noticias

20/octubre/2017

Historias del agua y el jardín. Restauración del Cenador del León.

Escondido en el corazón de Sevilla se halla el Alcázar, recinto fortificado que en el siglo XI se convirtió en residencia real. Allí, el tiempo ha tejido pacientemente en la trama de la historia pequeños tesoros, recónditos paraísos, como si de una labor de taracea preciosa se tratase. Sobre huertas islámicas se fundieron improntas mudéjares gustosas de lo refinado. El hombre moderno que acabando de descubrir el Nuevo Mundo, los llenó de matices italianizantes renacentistas, y remates barrocos en el XVIII, paisajismo inglés y jardines en el XIX y XX que destilaron mareas de vida arribadas a nosotros. Una polifonía compuesta por la arquitectura que abarca todos los sentidos en busca del deleite.

De aquellas primeras huertas islámicas no se conserva nada, probablemente se extendían por patios y solares más tarde ocupados por los palacios cristianos. En el exterior de la residencia sarracena existía una amplísima explanada llamada Mary al-Fidda (Pradera de Plata) con funciones de espacio de recreo, siempre vinculado al agua. El resto del suelo estaría dedicado a la producción agrícola.

En el siglo XII los almohades aumentaron ese recinto de huertas, convirtiéndolo en una amplia superficie rodeada por los palacios y la muralla de la ciudad de Sevilla al norte, el arroyo del Tagarete al sur y por los caminos Reales que las recorrían perimetralmente, con salidas de la ciudad por el Postigo de la Torre del Agua, y por la desaparecida Puerta de Jerez. En el área de recreo almohade se crearon al menos tres grandes albercas, alimentadas por los Caños de Carmona y por las norias con las que se posibilitaba el riego y el disfrute del agua. Una de ellas podría ser la alberca del actual Cenador del León. Dicha alberca, es en realidad un antiguo aljibe islámico usado como contenedor de agua proveniente de aquellos caños y de un pozo inmediato que sigue en funcionamiento para el riego. El agua del pozo se extraía antiguamente con una noria. Es en ese recinto vallado donde se encuentra el Pabellón del León, presidido por una Musalla en forma de qubba, hoy conocida como Pabellón de Carlos V. Fue dicha qubba el origen del topónimo “Huerta de la Alcoba”.

Desde el siglo XVI, parte de las antiguas huertas del Alcázar se convirtieron en los jardines de la Edad Moderna. La transformación de las huertas en jardines fue un proceso realizando por etapas en las que las albercas, con fines de acumulación de agua para el riego, adquirieron una finalidad estética como estanques por medio de complementos escultóricos y arquitectónicos, manteniendo su actividad de contención de agua para el riego, además de la cría de peces destinados a la pesca, un pasatiempo de los reyes.

En los treinta y ocho años del primer tercio del siglo XVII, 1607-1645, en que ocupó la alcaidía el Conde Duque de Olivares, los Alcázares sevillanos vivieron una de sus etapas más brillantes, cristalizando en obras acometidas en todo el conjunto. Destaca la creación del último jardín de la Edad Moderna, llamado Jardín Nuevo o del León, un espacio que se desgajó de la Huerta de la Alcoba en el año 1638 y proyectado por el maestro mayor Juan Bernardo de Velasco.

En este nuevo jardín, junto al Cenador de Carlos V, la alberca islámica y la noria, fueron transformadas en dos cenadores: la alberca en el cenador de “la Media Naranja del León”, actualmente llamado Cenador del León, y la noria en el cenador “Ochauado” hoy desaparecido. Su autoría ha sido atribuida al maestro mayor Diego Martín Orejuela, supuesto que no se ha podido probar documentalmente. Estos pabellones se proyectaron con ocasión de la visita del sobrino del alcaide, D. Luis Méndez de Haro y Guzmán, quien le sucedería en el cargo.

El nombre de Cenador del León proviene del surtidor de piedra caliza en forma de león esculpido en 1644 y que da nombre al conjunto. Dicho surtidor alimenta la alberca y forma parte de la rica decoración del Cenador, diseñada por Benito Valladares en 1644, quien idearía un rico conjunto de azulejos. De nuevo restaurada en 1675 por Francisco Valladares, probable miembro de la familia. Terminada la edificación el pabellón fue decorado con bellas pinturas al fresco ejecutadas por Juan de Medina (1644–1646) con motivos heráldicos, grutescos, mitológicos y marmoleados. La nueva cubierta proyectada fue una cúpula sobre alto tambor, apeada sobre pechinas y con un trasdós forrado de azulejos blancos y azules. Posee bellísimas proporciones, además de una cuidada fachada compuesta con lenguaje manierista, igual que su espacio interior. Todo el conjunto se completa con la solería, según diseño del pintor Juan de Medina, ejecutado en cerámica por el nombrado Benito Valladares. El edificio es uno de los ejemplos más claros e interesantes del manierismo tardío español.

En Sevilla se ha entretejido con la mano del hombre un lugar donde se funde lo visible y lo invisible, en un abrazo sensual que cala en el alma, trasciende y eleva el espíritu más allá del intelecto, más allá de las emociones, más allá de los sentidos. Es el Alcázar.

Texto: María Dolores Robador. Dr. Arquitecto

Intervención

El agua originó la alberca de la Huerta de la Alcoba. La alberca se transformó en estanque, y éste en la arquitectura del bello Cenador del León. El agua ha sido también la principal causa de alteración de la materialidad de su arquitectura, de las lesiones en sus fábricas, revestimientos y azulejos.

El criterio primordial en la restauración es la fidelidad al origen, con toda la riqueza de su autenticidad, y con los siguientes postulados: respeto del tiempo, valoración de los aportes, anulación de las disonancias y aportación constructiva coherente, armoniosa en nuestro tiempo y que ejercida con racionalidad amplía y subraya nuestro patrimonio. Toda la obra se realizará con materiales naturales, sostenibles y compatibles con la riqueza patrimonial del conjunto.

Esperamos recuperar este magnífico Cenador con todo su carácter, sus sistemas constructivos, materiales y sus valores paisajísticos y estéticos. Se pretende que esta restauración tan necesaria haga que el conjunto se proteja eficazmente salvaguardando su durabilidad, junto con un adecuado mantenimiento que deberá ser revisado periódicamente para garantizar su perdurabilidad.

Promotor

Patronato del Real Alcázar y de la Casa Consistorial de Sevilla

Proyecto y Director de Obra

María Dolores Robador González. Dr. Arquitecto

Director de Ejecución y Coordinador de Seguridad

Juan Muñiz Jiménez. Arquitecto Técnico

Empresa Adjudicataria

Marve SLU