RESTAURACIÓN DEL PATIO Y JARDÍN DEL PRÍNCIPE. (2 de 3)


ESTADO EN QUE SE ENCONTRABA EL PATIO DEL PRÍNCIPE

Debido a la gran extensión y costo de mantenimiento de este conjunto monumental, naturalmente tiene que haber un orden prioritario que defina las áreas de intervención. Así, en el Plan General de Conservación y Restauración de los Jardines y su entorno arquitectónico del Real Alcázar de Sevilla se consideró iniciar por este patio y jardín debido a las carencias que presentaba.

Dada la ejecución de hace muchos años, por la baja calidad de los materiales empleados, el tiempo transcurrido ha dado lugar a los defectos que a continuación se indican. El estado previo de la fachada Norte presentaba numerosos síntomas de deterioro. El enfoscado, por ser de cemento y revestido de pintura plástica, presenta los defectos consiguientes, y más al tratarse de un edificio histórico, donde aún más desdice. Aparecían numerosas manchas de humedad, desprendimientos de enfoscados y de pintura. Las impostas y cornisas estaban deterioradas y con falta de calidad en la solería, con lo cual el agua no evacuaba bien, produciéndose filtraciones, dando lugar a humedades y las consiguientes manchas en los muros. En el pretil aparecían manchas verticales de polución, correspondientes a un defecto de la albardilla. Muchas gárgolas estaban rotas.

Una gran variedad de cables de instalaciones vistas se repartía por la fachada de modo anómalo. Las carpinterías presentaban una falta de estanqueidad al aire y al agua. En planta baja existían huecos, repartidos indiscriminadamente, sin seguir un orden, abiertos según las necesidades de servicio que iba necesitando el edificio.

Foto 8
Estado previo a la intervención de restauración.
Pretiles, cornisas y azoteas no continuas deterioradas, con conducciones eléctricas a ras de suelo.
Foto 9
Estado previo a la intervención de restauración.
Heterogeneidad de huecos en planta baja con carpinterías deficientes sin valor histórico. Abundantes manchas de humedades.
Foto 10
Estado previo a la intervención de restauración.
Anarquía de huecos de añejas intervenciones para usos auxiliares sin aplicación actual. Enfoscado con morteros de cemento recubierto con pintura plástica con los resultados consabidos de humedades y desconchones. Instalaciones eléctricas antiguas, visibles, necesarias de actualización y de ocultamiento para guardar la estética necesaria en este edificio.

En la fachada manierista de Lorenzo de Oviedo, al igual, presentaba numerosas manchas de humedad, desprendimientos de enfoscados y de pintura. También las impostas y cornisas estaban deterioradas y sin solería adecuada, con los consiguientes defectos de humedades y manchas.

En la parte alta del muro del palacio mudéjar correspondiente a la logia estaba recorrida por gran variedad de cables, todas conducciones vistas. Las carpinterías del cuerpo intermedio presentaban falta de estanqueidad al aire y al agua, al igual que la cristalera del cuerpo alto. En las cornisas muchas piezas estaban rotas, desprendidas o sin albardilla, provocando manchas de humedad. También había a nivel de la azotea gárgolas rotas.

ESTUDIO TÉCNICO DE COMPOSICIÓN DE LOS MORTEROS Y COLORES DE REVESTIMIENTO EXISTENTES

Para el estudio de los materiales de revestimiento se ha acudido al laboratorio del Instituto de Materiales del CSIC. Se tomaron diversas muestras de los morteros y colores originales de la fachada manierista, en diversos puntos como se indica en el plano que se acompaña.

Según los resultados de los ensayos y las gráficas que se acompañan, los morteros originales de la fachada manierista son morteros típicos de aquella época, morteros de cal. En las microfotografías se observa diversas capas de estos morteros, estando recubiertas por pigmentos amarillos. Este color resulta predominante, e indica la clara intención del arquitecto que lo proyectó. Todos estos estudios fundamentan los tipos de materiales originales a utilizar: morteros de cal y coloreado con pigmentos predominantemente amarillos claros.

ESTUDIO BOTÁNICO

El aspecto del jardín manifestaba una gran heterogeneidad, fruto de un buen mantenimiento, en donde desde épocas pasadas se habían introducidos especies no adecuadas a la época histórica del origen del jardín. Debido a un subsuelo con la capa freática muy superficial que había favorecido el desarrollo y crecimiento de especies arbóreas de gran tamaño y corpulencia que con su sombra habían anulado al resto del jardín. Se investigó sobre las especies existentes y se realizó un estudio fitosanitario. Las especies eran las siguientes: Acanthus mollis, Anonna cheirimollia, Buxus sempervirens, Cestrum elegans, Citrus aurantium, Citrus limon, Citrus myrtifolia, Clivia miniata, Cupressus sempervirens, Hibiscus, Jasminum officinale, Magnolia grandiflora, Phyladelphus coronarius, Punica granatum cv. nana, Rosa sp., Spiraea japonica, Livistona chinensis, Senecio petasitis, Cestrum sp., Dombeya x cayeuxii y Chlorophytum comosum.


Plano 11
Vista en perspectiva de la unión de las dos fachadas restauradas.
Plano 8
Alzado de la fachada Septentrional del Patio del Príncipe
Plano 10
Planta del Patio y Jardín del Príncipe
Plano 9
Alzado de la fachada de Lorenzo de Oviedo del Patio del Príncipe


PROYECTO DE RESTAURACIÓN DEL PATIO Y JARDÍN DEL PRÍNCIPE FUNDAMENTADO EN LOS ESTUDIOS PREVIOS

Los criterios fundamentales que se han tenido muy en cuenta para la restauración de este patio y jardín han sido la fidelidad al origen, el respeto del tiempo, la valoración de los aportes y la anulación de las disonancias.

El carácter que es la esencia de un buen jardín parte del lugar y el entorno que lo rodea. La relación del jardín con su espacio, tanto física como intelectual, implica que dicha referencia ha de estar presente en todos y cada uno de los detalles del proyecto. Éstos vienen generados por el orden, la forma, la textura, el color y la luz de su entono. Cuando los límites del jardín se convierten en arquitectura es su orden, su forma, su textura, su color y su luz, los que nos marcan las pautas de ordenación y diseño del jardín, junto con la utilización de especies de la época, en conjunción de arquitectura y naturaleza.

En este proyecto, siguiendo la evolución unitaria del edificio unido a su jardín, se comienza restaurando la arquitectura, y de acuerdo con ella, seguidamente el jardín. Este espacio actualmente lo delimitan cuatro edificaciones, algunas de ellas sin coherencia formal con el conjunto. Por tanto en este proyecto, se procura, en lo posible, establecer unidad y armonía, conservando la autenticidad de cada una de ellas, eliminando las discordancias presentes. El proyecto sigue un criterio claro, que es ir uniendo a lo largo del tiempo todas estas partes. En este conjunto, desentona una fachada, correspondiente a un edificio de viviendas económicas disonantes de los años cincuenta, que debería ser totalmente modificado para realzar la dignidad del patio.

En una primera fase se restaura la fachada manierista de Lorenzo de Oviedo y la fachada Septentrional. En el jardín se hace un acondicionamiento previo a su restauración definitiva, que será cuando se restaure la logia meridional y se modifique el edificio de viviendas.

La fachada manierista de Lorenzo de Oviedo se somete a restauración, manteniendo el trazado que ha llegado hasta nosotros, atendiendo en lo posible a los pequeños detalles para recuperar todo su esplendor.

En la contigua fachada Septentrional se ha hecho un estudio compositivo de sus huecos. En el siglo XX se construyó, por necesidades funcionales un paso elevado, soportado por un arco, para unir internamente el ala Este con el ala Norte de este patio en el nivel de planta alta. Este paso se manifiesta al exterior en forma de chaflán, e introduce una transformación significativa en la fachada del XVI, uniéndola definitivamente a la fachada Norte. Se creó compositivamente una transición estilística de una fachada a otra, mediante la apertura de tres balcones entre ellas (plano 11). Como resultado de esta actuación se hizo necesario el tratamiento de ambas fachadas simultáneamente.

La galería de la fachada manierista se convierte en transición a la fachada Norte, mediante una sucesión de balcones que horadan el muro, manteniendo las transparencias, pero a la vez preparando la sucesión a la siguiente fachada que conformará el patio. El cuerpo central se mantiene igual, si bien el tratamiento de molduras es más sobrio, como corresponde a su estilo, pero permitiendo a la vez la continuidad con la fachada del XVI.

Finalmente el tratamiento del cuerpo bajo de la fachada se mantiene prácticamente como está, permaneciendo el espíritu propio de muro original, y se organizan los huecos de ventanas armonizándolos con el conjunto y centrando la puerta principal compositivamente en el lugar que le corresponde, según las líneas de diseño creadas por la geometría propia del estilo manierista, pero sin perder el espíritu propio de este edificio. Ambas fachadas tienen continuidad en el pretil que las limita en su altura.

Una vez terminado todo este trabajo de restauración, junto con el acondicionamiento del jardín, observando los resultados, se comprueba que se han cumplido los fines por los que se proyectó esta restauración.

LA LUZ Y EL COLOR DEL PATIO Y JARDÍN DEL PRÍNCIPE

Todos sabemos el privilegio que tiene Sevilla por su luminosidad y color. Esto hace de ella una ciudad especial, en la que un arquitecto tiene que tenerlo muy en cuenta, para que el proyecto armonice con todo el conjunto monumental y su atmósfera. Dentro de todo esto se encuentra este patio.

El color es una expresión y una determinación del edificio, formando parte del diálogo de los ojos del que lo contempla, transmitiendo un mensaje del que lo proyectó.

Plano 11
Al fondo de la imagen aparece la fachada manierista de Lorenzo de Oviedo restaurada, revestida de estuco con el color amarillo pétreo que armoniza con el jardín. Se puede observar cómo la misma naturaleza, el azul del cielo, el verde del magnolio y las palmeras, característicos del clima mediterráneo, de esta zona, se unen en esta arquitectura, resultado de tantas influencias del mar de las civilizaciones. En este espacio recogido, cielo, luz, arquitectura, color y vegetación forman un todo, símbolo del Alcázar.

En los estudios previos y recopilación de datos que supone el poder proyectar la restauración de tan importante espacio, se ha tenido en cuenta los materiales con que en su día se construyó y sus circunstancias. Este tipo de patio forma parte de la transición del mudéjar al renacimiento manierista, siendo una edificación despojada del exceso de decoración. Todo esto hay que tenerlo en cuenta en el proceso de restauración.

Este tipo de construcción se hacía en piedra, como se ve en patios coetáneos de Italia, de España y en la misma Sevilla, tal es el caso de la antigua Real Audiencia, hoy Caja de San Fernando, situada en la Plaza de S. Francisco, construida en los años 1595 y 1596. Lorenzo de Oviedo construyó el corredor del Príncipe entre los años 1589 y 1598. Este tipo de patio también lo localizamos en Úbeda y Baeza. La clase de piedra utilizada es principalmente arenisca calcárea, fácil de tallar y como elemento de sustentación columnas de mármol blanco.

Al eliminar mediante picado los morteros de revestimiento deteriorados, se observó cómo los arranques de los arcos eran piedras talladas del tipo mencionado anteriormente. Esto nos hizo pensar que en el proyecto original, el arquitecto Lorenzo de Oviedo lo concibió construido en piedra, pero las circunstancias socioeconómicas de aquel momento quizás se lo impidieron, sustituyéndola por el tradicional y abundante ladrillo de la zona. Al ser ladrillo artesanal, tosco, se vio obligado a su revestimiento con los morteros a la cal de aquella época. Para subsanar la omisión de la piedra recurrimos al igual que él, al color pétreo de la fábrica que hubiera sido. Para esto se han empleado revestimientos de auténticos estucos, que tienen la composición de los tradicionales morteros, siendo totalmente minerales en su composición y por tanto de gran durabilidad.

Con el color de los revestimientos de estuco se trata de recordar los dos materiales que se hubiesen utilizado, éstos son el mármol blanco ligeramente grisáceo de las columnas, y el color de la piedra arenisca calcárea sustituido por el revestimiento de estuco, que recuerda el color de la piedra. Para destacar el esquema compositivo de la fachada, se ha seguido el criterio de revestir los elementos estructurales con estuco de color pétreo. Tales son las dovelas de los arcos, las pilastras adosadas, las molduras y las cornisas. Los planos no estructurales situados en los fondos, para darles mayor profundidad y en armonía con el conjunto, se les ha subido el tono del color general del estuco.

En los colores de los estucos utilizados se ha procurado utilizar los mismos colores de pigmentos, pero variando la concentración de los mismos, para la diferenciación de planos de fachada. La entonación de los colores se ha estudiado muy atentamente para establecer un contraste con los diversos verdes, predominantes del jardín, pues como es sabido se produce una bella armonía entre los amarillos y los verdes de las plantas. Ésta es debida a que el verde de las plantas es un color compuesto conteniendo por naturaleza pigmentos amarillos. Por ello, este revestimiento de estuco predominantemente amarillo, conecta suavemente fundiendo la arquitectura con el jardín, apareciendo en el subconsciente del observador como un todo armonioso. Que no hubiera sido posible con un color más fuerte, más hiriente, que hubiese creado una ruptura en el espacio entre el jardín y las fachadas del patio.

También hay que tener en cuenta que los revestimientos de estuco son vivos, llamándose así porque a la vez que la luz va cambiando también varía su luminosidad, observándose distintos tonos a lo largo del día según la luz del sol. Por ello se ha utilizado estuco, porque el cambio de su aspecto y luminosidad a lo largo del día compagina con la vida del jardín, que también cambia según las horas, según la luz que recibe. En esta similitud la vegetación y el estuco se armonizan. Como decía Alberti, la belleza es la armonía entre las partes y el todo.

La nota predominante de un jardín es el verde, pero en la época renacentista y manierista, a más perfección de la técnica de jardinería se utilizaban especies de plantas que se distinguían unas de otras por sus tonos de verde. El contraste de tonos y colores constituirán cuando se configure el jardín definitivo una gran riqueza conjugando la arquitectura y la jardinería.

El profundo y límpido azul del cielo de Sevilla forma un contraste con el amarillo pétreo del estuco de la fachada que luego, en su armonía, se diluye con el verde de la vegetación.

Ocupando un lugar central privilegiado, está la fuente con su agua, con su acompañamiento de frescor, sonido, movimiento, reflejos y sosiego, tan característico de la arquitectura hispanomusulmana, especialmente en el Real Alcázar de Sevilla.

El agua en este clima, junto con el verde de la vegetación y el amarillo suave de las fachadas de esta arquitectura da como resultado un espacio de tranquilidad y sosiego, tan necesario para los que habitaron este Real sitio.