RESTAURACIÓN DEL PATIO Y JARDÍN DEL PRÍNCIPE. (3 de 3)


MODUS OPERANDI

En la restauración del Patio y Jardín del Príncipe se ha tenido como finalidad dar respuesta a exigencias compositivas, estéticas, de funcionalidad, seguridad y siempre de durabilidad. También se ha dado importancia a que la obra contribuya a ese desarrollo sostenible y mínimo impacto ambiental, que permita a nuestra generación y a las futuras, disfrutar de ese bienestar global y humano que todos deseamos.

Con este tipo de obras también conseguimos mejorar el ornato y seguridad de al menos una parte del Real Alcázar, lo que es idea muy perseguida en la ordenanza de Inspección Técnica de Edificios.

Como en toda restauración, después de los estudios previos, y según proyecto se comenzó por la eliminación manual de los revestimientos degradados. A continuación se observó el estado de la fábrica de ladrillo. Se estudió in situ las manchas de humedad investigando sus causas para su posterior corrección. Además se estudiaron las antiguas conducciones de agua, de desagües y conducciones eléctricas.

En la fachada Septentrional, por razones de tipo compositivo se eliminan algunos huecos de planta baja y otros se adecuaron, como son las ventanas y la portada que se desplazó centrando su eje de acuerdo con la traza de la fachada. Al igual se hizo en la planta alta, donde las ventanas se transformaron en balcones. En estos trabajos se ha cuidado mucho, tanto en la parte que se demuele como en la parte que se va a construir de nuevo, dejar y abrir adarajas para hacer un trabado de la fábrica antigua con la nueva. De estas modificaciones y aperturas de huecos en los muros, los ladrillos sobrantes, cuando ha sido posible, se han utilizado de nuevo, siguiendo el criterio de reutilización de materiales. Los detalles constructivos proyectados para la ejecución de los nuevos huecos han seguido la pauta de compatibilidad estructural según los materiales utilizados.

Plano 12
Fachada septentrional con portada enmarcada con terrrajas.
Plano 13
Fachada del S. XVI con el color habitual en este tipo de construcciones.

El mismo criterio de respeto a la época de Lorenzo de Oviedo se ha seguido en la elección de los herrajes necesarios en los balcones y las ventanas. Igualmente, en las carpinterías, se ha procurado seguir la traza adecuada a la personalidad armoniosa con las fachadas.

Otra de las unidades de obra realizadas ha sido el recrecido del pretil de la azotea, que para dar continuidad al de la fachada Este se ha prolongado en la fachada Norte, y para garantizar la seguridad se ha reforzado, interior y exteriormente con pilastras. La bóveda de una escalera interior apoyaba en la parte de muro en el que estaba previsto abrir un hueco. Se modificaron los apoyos consiguiéndose así mejorar y ampliar el espacio interior.

Para evitar la anarquía de tantas conducciones de todo tipo, algunas inservibles, se ha procurado empotrarlas de forma segura y registrable con materiales actuales, según normas.

En la restauración del conjunto de ajimeces del cuerpo alto de la fachada manierista, se restauró la estructura de los cierros metálicos, se repararon los herrajes de cierre, se modificó la perfilería de las puertas para mejorar la estanqueidad, se sustituyeron los vidrios, y tras la limpieza se aplicó pintura especial protectora. Con respecto a la balaustrada, se procedió a su limpieza, pintura, y se modificó la fijación de ésta a las columnas mediante pletinas abrazaderas en su longitud necesaria para garantizar la seguridad y de este modo percibir el fuste en toda su esbeltez, en toda su longitud sin interrupción alguna.

De gran mérito y perfección es el artesonado que cubre la logia de este patio. Este artesonado de la época de Felipe II, ha sido limpiado y restaurado.

A nivel de cubiertas se canalizaron las instalaciones y se dispusieron nuevas gárgolas para evacuación del agua de lluvia con facilidad.

Los paramentos picados se cepillaron en seco para eliminar el polvo y las partículas sueltas por caer. Se humedecieron estas superficies con agua potable para que al aplicarles los morteros de cal, estos paramentos no absorbieran en exceso el agua de su amasado. Pues a falta de la cantidad necesaria de agua, no tendrían las condiciones adecuadas para su perfecto fraguado y se afogararían.

Los morteros de cal utilizados no han sido elaborados a pala a pie de obra. Para eliminar la indeterminación, que supone el utilizar la pala como medida de las proporciones de los materiales a mezclar, se han empleado morteros a la cal preparados en una industria especializada con los medios necesarios para su control y calidad.

El mortero de cal aplicado tenía varias misiones. Una, la propia del revestimiento, otra, la compensación de irregularidades, en tercer lugar proteger al muro de humedades propias de estas construcciones, que con los morteros de cemento tanto se producen.

En el enfoscado de las zonas de grandes espesores, superiores a 20 mm. se han aplicado mallas de alambre galvanizado. Ello evita el descuelgue por su propio peso de las masas blandas del mortero fresco, que darían lugar a fisuras paralelas horizontales.

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Vista del patio desde el interior de la logia donde se aprecia el artesonado restaurado.
Foto 17
Portada de la fachada septentrional realizada con terrajas de mortero de cal revestida con estuco
Plano 14
Plano de jardinería del Jardín del Príncipe

Sobre este mortero de enfoscado de mortero de cal se aplicó la primera capa de mortero de estuco blanco base, que se fratasó. Encima se tendió a la llana la capa de estuco coloreado cuyo color se determinó mediante muestras previas ejecutadas a pie de obra. Esta capa de estuco coloreado se planchó intensamente mediante pases de llana, como secularmente se ha hecho, hasta conseguir una superficie de textura fina y marmórea. Una vez seca, se le aplicó la cera que desde siempre se ha utilizado en los estucos, a base de ceras de abeja, que luego se pulimentó. Se consiguió así la luminosidad auténtica de los estucos tradicionales a la cal.

Además, siguiendo la autenticidad de esta restauración, los recercados de arcos, cornisas, ventanas y la portada, se ejecutaron fielmente de acuerdo con la forma tradicional del terrajado. Como sabemos, consiste en mediante una terraja plantilla, trozo de tabla de madera que en su borde van marcadas las muescas del perfil de la moldura que se desea. La terraja, el operario la traslada guiada por una regla arrollando el mortero de cal, que previamente se ha colocado en el lugar que debe de ir la moldura. Una vez terrajado con el palaustrín rectificaron los planos salidos de la terraja para su mejor acabado. Los terrajados tienen a la vista un mensaje especial que los distingue de las molduras hechas actualmente mediante molde, pues sus pequeñas imperfecciones formadas por el temblor y el sentimiento del operario, le da esa peculiaridad tan especial que distingue a una antigua columna labrada a mano con respecto a otra columna labrada con un torno mecánica, en la que el exceso de perfección y la frialdad del mecanizado le quita vida.

EL JARDÍN DEL PRÍNCIPE

En el Jardín, como se ha explicado con anterioridad, el diseño y restauración final no pueden llevarse a cabo plenamente hasta que la arquitectura del Patio del Príncipe no esté totalmente restaurada, puesto que las líneas compositivas del Patio nos darán la clave para la inserción en perfecta armonía con su entorno. Por tanto, en esta primera intervención se procede al acondicionamiento del Jardín.

Los elementos vegetales elegidos en la restauración del Jardín del Príncipe responden a tres ideas fundamentales. Por un lado, son plantas de uso generalizado por los musulmanes en la época clásica y se utilizaban ampliamente en jardinería en Andalucía desde los siglos X-XII. Se han seguido utilizando en jardinería hasta la actualidad, y se encontraban entre las más difundidas en el renacimiento. Las especies existentes en el Jardín que no corresponden a estas épocas se propone su trasplante a otros jardines donde sí son adecuadas.

Plano 15
Plano de jardinería del Jardín del Príncipe

Por otro lado, se ha proyectado un jardín, como corresponde a su espacio, con una intención arquitectónica, en el que predominen los esquemas geométricos, las normas de equilibrio, de simetría, con gran variedad de tonos verdes, combinando las especies de manera que aun dominando el verde, se forme un mosaico de tonalidades desde el verde oscuro al verde oliva, pasando por el glauco y otros tonos. Además, varias de las especies son aromáticas. Unas, como el limonero y el romero, desprenden su aroma sobre todo durante el periodo de floración. Otras, como el laurel, el mirto y el romero, tienen hojas cargadas de aceites esenciales, que dispersan un aroma característico sobre todo por roce o por rotura accidental de las mismas.

Se cumple así, con la mayoría de las especies utilizadas dos de los objetivos que caracterizan a la jardinería musulmana, que entiende el Jardín como un espacio cerrado, como lo es el del Príncipe, en el que se goza de los sentidos de la vista, el oído y el olfato. Faltan, indudablemente los elementos que recrean al oído, fundamentalmente el agua, que se percibirá desde la fuente. Y es de esperar que una vez se encuentre el jardín en pleno desarrollo, se establecerán en él de una manera espontánea diversas especies de pájaros que dejarán oír sus trinos a lo largo del día.

El tercer aspecto que se ha tenido en cuenta tiene que ver con los patrones de los jardines renacentistas. Heredan los elementos vegetales utilizados en épocas anteriores, a los que añaden nuevos elementos, e introducen la disposición regular de los mismos, los setos y las topiarias. Así, la distribución de las especies en el Jardín del Príncipe se ajusta a un trazado regular, en el que cada especie sigue un patrón geométrico, que se combina con los patrones geométricos de las demás. Los cuatro macizos están rodeados de un seto de boj y se tallan de forma geométrica los elementos más singulares del Jardín, como son los laureles, los mirtos y los romeros. Sólo se rompe el esquema general por la presencia de un magnífico magnolio, que ocupa en un macizo la posición central, que tienen en los otros tres otros tantos ejemplares de laurel, y dos grupos de livistonas. Tanto la una como las otras se trasladarán en el futuro a otras partes del Jardín del Alcázar, cuando se proceda a la restauración del edificio que limita el Jardín por la parte opuesta al corredor manierista. Son justamente estas dos especies las que marcan la diferencia con el resto de las especies del jardín.

La Livistona sinensis (livistona o lantania) es una palmera de buen porte procedente de China. Se introdujo en Europa en 1818 y se cultiva desde poco después en las regiones meridionales y orientales de la Península Ibérica. Magnolia grandiflora (magnolia) procede, en cambio, de América del Norte. Llegó a Europa en 1688 y se encuentra entre los árboles más ornamentales de los parques y jardines europeos, por sus hojas grandes, coriáceas, lustrosas y por sus grandes flores blancas.

Las demás especies corresponden a plantas de uso tradicional en los jardines musulmanes, por lo que son muy apropiadas para el entorno en que se encuentra el Jardín, si se tiene en cuenta, además, que son especies de amplia difusión en los jardines del Renacimiento.

El laurel (Laurus nobilis) es un árbol de pequeño porte, oriundo de la Región Mediterránea, de hojas lustrosas y aromáticas. Simboliza la victoria y su epíteto específico nobilis, alude a la costumbre de los romanos de utilizar sus ramas para coronar a sus emperadores.

El limonero (Citrus limon) es un árbol de pequeño porte procedente de Asia, que fue introducido en España por los árabes en el siglo XII. Es un elemento característico de la jardinería andaluza, evocado frecuentemente en la pintura, folklore y poesía.

El mirto (Myrtus communis) es un arbusto mediterráneo de hojas pequeñas, densas y aromáticas y flores blancas, usado en jardinería desde comienzos de nuestra era por su aroma y por la facilidad con que admite la talla. Considerado sagrado por los griegos, en el culto cristiano se asociaba con la figura de la Virgen.

Foto 27
Contraste entre arquitectura y vegetación.

El romero (Rosmarinus officinalis) es un arbusto aromático mediterráneo de flores blanquecinas o azuladas, que florece durante buena parte del año. Forma parte de las costumbres y tradiciones populares en buena parte de la Región Mediterránea.

El boj (Buxus sempervirens) se utiliza en jardinería desde la época romana y se ha seguido utilizando hasta la actualidad como planta para setos y borduras, por su buena respuesta a la talla.

Los lirios (Iris germanica) y el acanto (Acanthus molle) son dos especies herbáceas típicamente mediterráneas muy vistosas; el primero por sus grandes flores moradas y el segundo por sus grandes hojas de morfología complicada y por sus largos racimos de flores blancas. Ambos se utilizan en jardinería desde la época romana, siendo los musulmanes los que han extendido su cultivo por el Mediterráneo, sobre todo el de los lirios, asociados con el culto a los muertos.

Éstas son las especies elegidas para formar el Jardín, en el que la combinación de las fachadas con los tonos verdes de las hojas con el blanco de las flores del magnolio, limoneros, mirtos y acantos y el morado de los lirios, junto con los aromas de sus plantas, lo hacen un lugar tranquilo y agradable a los sentidos.

Este artículo se finaliza agradeciendo la colaboración de José María Cabeza Méndez, Director del Real Alcázar por su apoyo incondicional para las mejoras de este recinto, al personal del Real Alcázar, a Benito Valdés, Catedrático de Botánica de la Universidad de Sevilla, a José Luis Pérez Rodríguez, profesor del CSIC, a los alumnos José Luis de la Rocha, Jesús Ramiro, José Antonio Figueroa, Candela Vandrés y a Marian Castro, a La Empresa Bellido y sus operarios y a todos los que directa o indirectamente han colaborado en estos trabajos.

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NOTAS

1 Entre los estudios es de destacar el realizado por la Paisajista Dña. Consuelo Martínez Correcher sobre los Jardines del Real Alcázar.

2 BERNÁLDEZ, Historia. Cap. XXXII.

3 LISS, P. K. Isabel La Católica. Ed. Nerea. Madrid, 1992.

4 DIEULAFOY, J, Isabelle la Grande.

5 WALSH, W. Isabel de España. Ed. Palabra. Madrid, 1993.

6 A.R.A.S. Leg. 225. Doc.1, hijuelas de 1539. Marín, 1990, pág. 179.

7 A.R.A.S. Leg. 156. Hijuelas de 1540-42.

8 A.R.A.S. Leg. 225. Gestoso, 1889, vol. 1, pág. 524. Marín, 1990, pág. 292.

9 Este enriquecimiento se produce al hilo de las obras efectuadas en el flanco occidental de los cuartos reales, la cubierta de media caña o sala del techo de Felipe II y el mirador del ángulo Suroeste del palacio mudéjar, desde el que se dominaba el Jardín del Príncipe y el recién configurado Jardín de las Flores.

Originariamente los capiteles del corredor alto eran jónicos.

10 A.R.A.S. Leg. 225, doc 62. Gestoso, 1889, vol 1, págs 489-90.



Ficha Técnica

PROMOTOR DE LA OBRA
Patronato del Real Alcázar de Sevilla
AUTOR DEL PROYECTO
María Dolores Robador. Dr. Arquitecto
DIRECTOR DE OBRA
María Dolores Robador. Dr. Arquitecto
DIRECTOR DE LA EJECUCIÓN DE LA OBRA
José María Cabeza Méndez. Arquitecto Técnico

CONSTRATISTA ADJUDICATARIO
JBA Construcciones Bellido SA

IMPORTE TOTAL DE LAS OBRAS
177.893,69€

INICIO DE LAS OBRAS
Octubre 2001

FINALIZACIÓN DE LAS OBRAS
Junio 2002


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