Miguel Ángel Tabales Rodríguez
Universidad de Sevilla
Director Proyecto de Investigación Análisis Arqueológico del Alcázar de Sevilla 2000-2005.

El presente trabajo resume los resultados obtenidos durante la Sexta Campaña del Proyecto General de Investigación denominado “Análisis Arqueológico del Alcázar de Sevilla. 2000-2005” 2. Se ha centrado en la portada situada en el extremo meridional del Patio del León, un palimpsesto especialmente complejo que conserva vestigios de la primera ocupación islámica junto a otros pertenecientes a la fortificación almohade a la vez que deja ver gran parte de las reformas emprendidas por Pedro I a mediados del siglo XIV. Su aspecto actual es el fruto de la destrucción provocada por el incendio que en 1691 causó el colapso del Gran Teatro de Comedias allí ubicado y del definitivo tratamiento de ruina romántica formalizado desde mediados del siglo XX.
Como encuentro de ámbitos muy diferentes en lo funcional esta portada es un nudo estratégico ubicado en el contacto entre el antiguo alcázar abbadí y el gran alcázar almohade levantado a fines del siglo XII; por ello, tras el estudio de los nudos del Palacio de Don Pedro - Palacio del Príncipe y los de la Muralla del Agua - Patio del Chorrón, hemos procedido a su excavación con el fin de completar las líneas maestras de la transformación constructiva y espacial del conjunto. De modo paralelo se han actualizado las lecturas murarias iniciadas con anterioridad (Tabales 2003 a: 28).

INTRODUCCIÓN

A lo largo de sus veintiséis metros de largo y ocho de alzado, este vestigio de los alcázares medievales, presenta una imagen monumental, sugiriendo al visitante que avanza desde el patio del León hacia la Montería una organización prefijada y homogénea en la que los tres grandes arcos formarían parte de una composición triunfal, a modo de preámbulo para acceder a la zona monumental. Una atención algo más detallada matiza dicha visión descubriéndose un paramento compuesto por muros adosados de distinta fábrica y cronología.
(fotos 1-2)
En principio planteábamos la posibilidad de que dicho espacio fuera utilizado durante los siglos XII y XIII como un bastión de control con la misión de limitar el paso hacia el sector palatino desde el apeadero principal, ubicado en lo que hoy denominamos Patio del León. Pensábamos que el rey Pedro I en 1356, al levantar el gran palacio mudéjar habría sido el causante de la destrucción de la mayor parte de su volumen, procediendo a la apertura de un arco central dispuesto axialmente con respecto al nuevo sistema de tránsitos castellano.

Foto 1. La portada de la Montería entre los actuales patios del León y de la Montería.

Tras la excavación realizada entre Septiembre y Diciembre de 2005 se ha podido elaborar una lectura diferente de dicho proceso consistente en lo esencial en una adscripción bajo-medieval castellana para la obra principal, si bien es en el período almohade cuando se levanta la muralla de separación entre los dos espacios actuales (Patios de la Montería y del León).
Entre otros resultados destacables cabe mencionar la definitiva adscripción post califal del alcázar primitivo (al menos de sus muros conservados) así como la localización de restos romanos de función imprecisa pero de claro interés por su repercusión en el conocimiento urbano de Hispalis. Por último debe destacarse la localización de depósitos adscritos al Bronce Final (siglos VIII-VII a.C.) sobre la terraza fluvial que nos remiten a un paisaje vinculado al límite del asentamiento protohistórico de Spal.

ANTECEDENTES

Durante los trabajos de excavación del patio de la Montería (1997-1998) se hizo patente la necesidad de estudiar a fondo las portadas (Muro León-Montería) contiguas al palacio almohade descubierto. Se organizó entonces un estudio del paramento centrado en dicho acceso 3. Con anterioridad fue objeto de algunas interpretaciones de interés, sobre todo, a nivel documental por Ana Marín (1990: 486), y arqueológico, Valor, M. (1991: 112-117). Siguiendo a Valor, existirían tres fases distintas, dos islámicas y una cristiana, la primera correspondería al muro de tapial situado al Sur, frente a la Montería; el siguiente proceso, fachada al patio del León, sería posterior. Por último, vincula el vano central a una operación ya cristiana anterior al siglo XVI y quizá organizada en época de Pedro I. Por lo que se refiere a las reformas, Ana Marín apunta la existencia de transformaciones en 1624 (MARÍN 1990: 657), fecha en la que se calzaron los dos huecos transversales, haciéndose sobre la muralla un pretil de vara y media de alto, coronándolo con almenas y encalándolo. Tras esto, el famoso corral de Comedias de la Montería se alojó sobre dicho lienzo, asistiendo, como aquel al incendio que lo destruyó en 1691, originado en las cuadras localizadas a las espaldas del muro.
Nuestra investigación confirmó la anterioridad del paramento de tapial respecto al del flanco Norte, apuntando varias zonas en las que éste corta, se apoya o engarza sobre aquel. Una prospección de toda la superficie del tapial puso de manifiesto la presencia de varias piezas que, formando parte del compuesto original del tapial, se adscriben a la fase almohade 4.

Foto 2. La portada de la Montería desde el Patrio del León.

La constatación de la disposición estratigráfica argumentada más la cronología relativa de los cajones de tapial indican en principio una fecha, cuando menos almohade, para esta primera muralla. En ese sentido, asumiendo por analogía tipológica y disposición estratigráfica una fecha similar a la de 1369 para el arco central abierto sobre el muro norte y sobre el de tapial, disponemos de un período de tiempo no anterior a fines del XII y no posterior a 1369, para ubicar cronológicamente el muro en su flanco septentrional. En el centro se levantó un arco peraltado con dovelas ligeramente apuntadas, casi idéntico al de la fachada del León, en la plaza del Triunfo. La decoración (CÓMEZ 1996:21) a base de medallones polilobulados es de tipo heráldico, recogiendo el mismo sistema simbólico del palacio mudéjar (Castilla, León, Orden de la Banda). El hecho es que tras su apertura, el palacio del Rey, dicha puerta y la del León, conformaban un eje visual a la par que se establecía una separación clara entre la zona de apeo y el área palatina monumental.
Recientemente se ha apuntado la posibilidad de que toda la operación constructiva estuviera a cargo del rey Pedro I de tal manera que al muro en cuestión le antecediera una torre avanzada en la que se abriría un gran arco por cada lado, siendo coetáneos con ella los dos arcos de ladrillo ornamentados que hoy se conservan y justificándose la irregularidad de ambos por su disposición forzada respecto al eje de las puertas de ingreso al alcázar y la del mismo palacio mudéjar (ALMAGRO 2005, 45).
Durante el siglo XVII la portada permanecería oculta por el Corral de Comedias de la Montería además de por las herramenterías y almacenes del alcázar y asistiría al incendio de 1691 que destruiría el corral afectando a su estructura ya que perdería aproximadamente un tercio de su altura y la mitad de su volumen.

PLANTEAMIENTO

Con dichos antecedentes resultaba imprescindible una excavación que permitiera resolver los interrogantes planteados máxime cuando los resultados de las campañas arqueológicas anteriores habían reforzado el peso de este pequeño sector dentro del conjunto del alcázar, sobre todo respecto a su evolución. Así, en lo concerniente a la ocupación y función del espacio se ha pretendido:

– Determinar la secuencia estratigráfica completa de este sector de Sevilla.
– Determinar la relación pretendida de los restos romanos con respecto al puerto comercial situado en las inmediaciones en los siglos I-III d. C.
– Analizar el proceso de abandono y destrucción del hábitat romano en la Alta Edad Media poniéndolo en relación con los descubrimientos realizados en el alcázar, relativos a la recuperación de márgenes fluviales preimperiales en el sector meridional y oriental de Sevilla.
– Descartar o justificar la extensión del cementerio cristiano-visigodo-mozárabe localizado en las inmediaciones.
– Determinar la extensión del alfar tardocalifal localizado en el patio de las Doncellas, situado 60 mts. al sur y en caso positivo, resolver su vinculación con el establecimiento del primer alcázar
– Sacar a la luz los restos del arrabal situado junto a las murallas del alcázar en el período tardoabbadí y almorávide.
– Comparar las estructuras y depósitos abbadíes con los edificios excavados en el entorno para establecer jerarquías o garantizar similitudes o pautas urbanas claras 5.

Figura 2. Excavaciones en la Puerta de la Montería (Patio del León).

En otro orden de intereses, y en la línea fundamental de nuestro Proyecto de Investigación, se han pretendido resolver algunas claves relativas a transformación del alcázar:

– Se ha pretendido datar definitivamente el establecimiento de la primera alcazaba, asunto crucial en nuestra investigación, mediante la ejecución de un sondeo específico que acceda a su cimentación y a los niveles previos.
– Fechar el inicio de la construcción del arrabal abbadí-almorávide de Ibn Jaldún, también llamado Barrio de Yabbana, y su acercamiento al muro occidental del alcázar.
– Evidenciar el adosamiento del tercer recinto del alcázar en 1150 y la erección de las portadas parcialmente conservadas.
– Determinar la distribución y estructuración de las citadas puertas así como probables reformas durante su vigencia como acceso principal al conjunto palatino almohade.
– Poner de manifiesto el carácter destructivo de la reforma mudéjar, claro en el alzado pero desconocida en subsuelo, sobre todo en lo referente a las cotas de tránsito del citado momento y su vinculación con las previas.
– Obtener datos relativos a la construcción del Gran Teatro de Comedias, ubicado en este patio durante el siglo XVII. Su incendio y definitiva destrucción en 1691 dejó huellas aparentes en los muros.
Para resolver dichas incógnitas se han realizado los siguientes trabajos:

1) Excavación de tres sondeos estratigráficos. Han sido realizados en los siguientes espacios:
a) Sondeo SE XIII. En la base de la muralla islámica situada al Este del Patio del León. Medidas: 7’5 x 1’5 mts de extensión. Profundidad máxima 3 mts. (8´5 snm)
b) Sondeo Sector 1C-D. Junto al arco oriental de la Portada de la Montería. Medidas: 3’5 x 3’5 mts. de extensión. Profundidad máxima de 5 mts. (6´40 snm)
c) Sondeo Sector 4 A. Junto al arco occidental de la Portada de la Montería. Medidas de 4 x 4 mts de extensión. Profundidad máxima de 5 mts (6´40 snm)
2) Excavación del espacio en el que según nuestra hipótesis se desarrollaba el sistema de acceso almohade y bajomedieval al área palatina (Puerta, murallas y espacios de tránsito). Se han podido excavar finalmente 100 mts.2 dividida en dos sectores (sectores 1 y 4) excavados por separado para garantizar el paso de turistas. Se han sacado a la luz los restos almohades bajándose en dos puntos hasta la terraza cuaternaria virgen. La profundidad media de la excavación ha estado en torno a los 2 mts.
3) Por último, se han excavado dos sondeos de control en el resto de los jardines del patio destinados a completar el estudio extensivo de las estructuras localizadas en excavación. Se realizaron durante las obras de repavimentación emprendidas por el Patronato al término de las excavaciones.
4) Paralelamente se ha vuelto a revisar la estratigrafía muraria de la portada incorporándose nuevas evidencias. (figura 2)

RESULTADOS. PROCESOS ARQUEOLÓGICOS

Hemos obtenido una secuencia de transformación compleja por lo diversa a la par que rica por su amplitud cronológica pues refleja veintisiete siglos de cambios cuyo significado intentaremos resumir en las siguientes hojas. Utilizaremos un orden progresivo desde el origen de la ocupación de esta zona de Sevilla hasta la situación actual iniciando nuestro discurso por una somera descripción de los restos pertenecientes a cada proceso, para luego justificar su cronología y por último interpretar su significado dentro del urbanismo de la ciudad y del mismo alcázar. (figura 3)

Foto 3. Sector 4. Terraza virgen (ue 350). Adviértase la secuencia de superposición. Hay un metro de diferencia entre la cota virgen y los cimientos romanos y dos metros más entre estos y el nivel de ocupación islámico.

DEPÓSITOS PREHISTÓRICOS

En el sondeo practicado en el sector 1 se localiza una zanja abierta en el nivel de coluvión que afecta también a la terraza natural. Su disposición en forma de “U”, su profundidad y el buzamiento de su relleno en el sentido inverso al del corte, permiten interpretarla como parte integrante de la cimentación de alguna estructura muraria; no es ésta la única posibilidad ya que podría tratarse de una simple zanja-basurero, si bien el hecho de que nueve metros al Oeste, en el sector 4, el coluvión aparezca inalterado y de que los rellenos superiores tengan una disposición horizontal permiten defender esta hipótesis. Los rellenos citados se superponen, alternándose capas de matriz limosa con cenizas depositadas intencionalmente durante un tiempo prolongado en el que el nivel del terreno va subiendo lentamente. No se han conservado estructuras, aunque la existencia de la zanja 1470 podría justificar su presencia unos metros al Oeste o al Sur. Por otro lado la deposición de los sedimentos horizontales superiores parece adecuarse a una estructura limítrofe que ejerciera la función de pantalla en un lugar donde la inclinación de la terraza justificaría una disposición buzada. (foto 3)
Los rellenos ocupan el nivel situado entre la cota 6’51 y 7’81. En los espacios contiguos situados al Sur del Patio del León esos niveles están ocupados por rellenos islámicos o por las estructuras del patio del Crucero. Algo parecido sucede en el lado oriental, en la zona meridional del patio de Banderas, donde se detectaron rellenos posteriores a la destrucción de un edificio romano datados en un período tardoromano. Igual situación se produce en el lado noroccidental ya que bajo el Archivo de Indias en esos niveles se suceden restos visigodos e islámicos. Sólo en las inmediaciones de la primitiva puerta del alcázar se localizaron restos protohistóricos sobre la cota 9.
La conclusión es clara ya que se nos perfila un panorama topográfico en el que esta parte de la ciudad permanece en uso en época protohistórica a una altura superior a la de todos los sectores circundantes menos el Noreste. Entendemos que la terraza en este sector tendría aquí uno de sus límites durante los primeros siglos de la ocupación humana de la ciudad, y ya que dicho límite parece claro hacia el centro del Patio de Banderas, tendríamos que ampliarlo hasta este sector, configurándose una especie de lengüeta estrecha sobre la vega, unida al resto de la ciudad antigua mediante un istmo que a grandes rasgos coincidiría con la mitad Norte del primitivo alcázar aunque sobrepasándolo levemente.

Foto 4. Sector 4. Estructura 1501. Se aprecia el interior del emplecton gracias a la zanja de expolio practicada para la extracción de sillares en el siglo XI. Se emplean ladrillos apilados, mampuestos y abundante argamasa en hiladas caementicias. Sobre el muro se aprecia la zanja de expolio 1498 rellena de cascotes.

La cronología viene marcada por la homogeneidad del material cerámico, exclusivos del período del Bronce Final y Orientalizante, entre los siglos VIII y VII a. Los paralelos con los materiales de esos niveles recuperados en la excavación de San Isidoro, bajo la muralla Norte del alcázar, o en el Carambolo, Cerro Macareno, etc… son muy claros, apreciándose el tránsito a través de ellos al uso del torno así como la influencia de los primeros colonizadores fenicios. En el techo de estos rellenos, sobre la cota 8’5 se localizó un nivel con abundante material turdetano (cerámica de bandas rojas) y campaniense. Junto a dichas piezas aparecían materiales islámicos tardoclaifales y abbadíes por lo que no marcan cronología antigua, sin embargo, su existencia y abundancia unidas a la localización de una estructura romana de sillares a esa profundidad marcan una fecha relativa de finalización para este proceso. En otras palabras, la realidad que dibujamos (posible muro, con su zanja de cimentación, límite urbano, con deposiciones horizontales intencionadas) debe situarse no antes de fines del siglo VIII a.C. para su inicio, y no después del período tardorepublicano romano para su final (tal vez durante el cambio de Era).

Por desgracia las evidencias relativas a la ocupación protohistórica de la ciudad y la identificación de su extensión urbana son incomprensiblemente débiles. No digamos ya del paisaje peri-urbano y de las posibles infraestructuras comerciales de su hipotético puerto u otras instalaciones; como mucho podemos avanzar una cronología más o menos clara aunque fundamentada en muestreos insuficientes y que nos lleva al siglo VIII a.C. para datar el origen de la ocupación humana de lo que poco después se llamaría Spal. A los escasos datos, consistentes en rellenos diversos con cerámica (sin estructura asociada alguna), debe añadirse la existencia de un panorama topográfico previo consistente en una terraza ligeramente elevada sobre la horquilla del Guadalquivir y el Tagarete, así como una cota más o menos homogénea entre los 6’5 mts y los 9 mts snm. para su desarrollo como lugar habitado (BORJA y BARRAL 2003: 235).
Las excavaciones en la muralla norte del alcázar permitieron especular sobre una posible extensión del yacimiento hasta este sector, en teoría algo alejado de lo que anteriormente se barajaba, y las prospecciones en el centro del Patio de Banderas evidenciaron la presencia de una potente estructura en el límite de la terraza. Pues bien, la excavación de este año permite extender al menos 150 mts más hacia el Sur esa ocupación y ese límite topográfico de referencia.
La naturaleza de los rellenos nos impide fijar funciones claras no pudiendo definirse si responden a un uso interior o exterior de un asentamiento que ni tan siquiera sabemos si dispuso de muralla o no. No obstante la prudencia no puede ser impedimento para que debamos especular seriamente con la posibilidad de la existencia de dicho hito murario o algo parecido en este entorno en el que se identifica el límite de la terraza. La inexistencia de niveles arqueológicos de ese período en las múltiples excavaciones realizadas al Sur, Este y Noroeste del Patio del León, así como la existencia de la citada zanja 1470 marcan un límite del yacimiento que lógicamente debe ser tenido en cuenta como base para futuros estudios específicos sobre la Sevilla prerromana.

Foto 5. Sondeo SE XIII. Detalle de la zanja de cimentación donde se asienta la muralla del alcázar primitivo (ue. 1406).

CONSTRUCCIÓN ROMANA

Aparece una estructura de sillares calizos y emplecton de opus caementicium tosco a base de cascotes de roca alcoriza y ladrillos sobre la cota 7’51, excavándose sobre el nivel protohistórico. El nivel de destrucción es muy agudo motivado por el expolio sufrido durante el siglo XI para la extracción de bloques pétreos. Se conservan las dos primeras hiladas si bien de la inferior sólo ha llegado a nosotros un bloque y las huellas de asiento de otro, mientras que la superior conserva dos sillares trabados mediante argamasa y cuñas de ladrillo dispuestos sobre un emplecton caementicio espeso que emplea ladrillos y cascotes como asiento. No se identifica cara de ningún tipo ya que a excepción de por el oeste, penetra en todos los perfiles. El sillar inferior parece marcar un almohadillado hacia el Norte pero la referencia es demasiado corta para aventurar hipótesis. (foto 4)

Figura 4. Estructuras islámicas (ss. XI-XII). Sector Montería - León.

Figura 5. Estructuras islámicas (ss. XI-XII). Planta general.


Ignoramos la forma y función de semejante estructura aunque el empleo de piedras de notable magnitud (lados cortos de 0’60 ctms) junto a un espeso caementicium a compresión y con una dimensión global que supera los 2’5 mts al menos en uno de sus lados, reflejan una técnica constructiva y una materialidad frecuente sobre todo en fábricas murarias de carácter defensivo. No podemos asegurar, aunque lo parezca, que forme parte de una torre o lienzo de muralla ya que existen otros elementos en mausoleos, acueductos, estructuras portuarias, terrazas, basamentos, etc… donde podría justificarse un aparejo similar.
La base del cimiento se sitúa a 7’51 snm por lo cual debe entenderse que la cota de ocupación vinculada se situaría entre los 8 y 9 mts, nivel similar al de la edificación romana localizada en la parte Norte del Patio de Banderas, pero muy por encima de las excavadas al Sur de dicho patio o las de la Calle San Fernando o los Jardines Cristina. Nos encontramos por tanto con un elemento construido de cierto nivel y evidente consistencia situado en la parte alta del promontorio original de la ciudad antigua, justo en el límite o en las inmediaciones de un desnivel que supera los cuatro metros en poco espacio.
En el interior del muro se han rescatado algunos fragmentos de cerámica campaniense que establecen una fecha postquem para su ejecución, nunca más antigua que el siglo I a. C. Los ladrillos en el cimiento nos acercarían más a la hipotética muralla imperial; lo cierto es que los grandes expolios sufridos en el siglo XI para extraer sillares con los que construir el alcázar son los responsables de la desaparición tanto de los niveles de uso como de los pertenecientes a su amortización, razón por la cual objetivamente no debe descartarse ninguna fecha previa a dicho período islámico para justificar su construcción.
El resto localizado aporta alguna novedad a la investigación sobre el urbanismo antiguo de Hispalis pero no posibilita aseveraciones de ningún tipo dada su ambigüedad funcional. Como evidencia material nos ayuda a perfilar algo más nuestras reflexiones sobre la horquilla formada por el Baetis y el Tagarete y sobre el relativo mantenimiento de la topografía protohistórica al menos en el período romano.
Hasta el momento el espacio meridional de Hispalis va dejándose poco a poco interpretar pero aún a niveles muy generales. Conocemos algunos usos y algunas transformaciones pero, eso sí, cada vez se conoce mejor el marco topográfico y fluvial. Por el contrario se desconocen aspectos tan importantes como el perímetro urbano, sus murallas, las instalaciones portuarias, etc… A día de hoy, con independencia de su ajuste cronológico o interpretación, contamos con los siguientes datos. Así, en lo referente a funciones:
– Función portuaria. Se han localizado algunas estructuras de almacenamiento situadas entre el Hotel Alfonso XIII y los Jardines de Cristina, unos 300 mts al sur de nuestra excavación cuyo uso “podría tener vinculación” con el puerto. Otros elementos como los epígrafes alusivos a scalphari aparecidos en el entorno de la catedral podrían apoyar dicho uso en esta zona, sin embargo ambos datos no superan la categoría de indicios razonables para justificar por sí solos una interpretación que se sustenta por sí sola por meros criterios topográficos. Los estudios de Barral y Borja perfilan un paisaje altoimperial en el que el río se ubicaba bajo la actual Avenida de la Constitución desviándose hacia el oeste tras la catedral por lo que las opciones de existencia de instalaciones portuarias parecen reducirse a la franja inmediata.
– Función religiosa. Se ha querido ver en la piscina octogonal de opus signinum localizada en la zona Norte del patio de Banderas, la posibilidad de que desde el siglo IV, en este sector se construyera un edificio religioso cristiano tal vez vinculado con la lápida del obispo visigodo Honorato y con algunos capiteles y cimacios recuperados en el entorno. Igualmente nos movemos dentro del ámbito de los indicios sobre todo desde que se cuestionara la justificación como baptisterio de la citada piscina.
– Función funeraria. Hay necrópolis altoimperiales localizadas y parcialmente excavadas en un perímetro que iría desde el Palacio de San Telmo hasta el Prado de San Sebastián y Barrio de San Bernardo. Según los excavadores del metro (cortesía de Pozo y Mercado) al menos en el Prado de San Sebastián el uso funerario está garantizado hasta el siglo IV en ese sector. Tras este período los hallazgos se concentran en el Archivo de Indias, donde se localizaron varias tumbas visigodas del siglo VI que podrían estar relacionadas con la probable iglesia del patio de Banderas, situada a 50 mts. En este sentido debe mencionarse la localización en el vecino Patio de las Doncellas, de un epígrafe mozárabe fechado en el siglo X-XI que, de proceder de dicha iglesia, confirmaría su perduración hasta una época muy tardía dentro del período abbadí.

Figura 6.
Estructuras almohades (ss. XII-XIII). Sector Montería - León.

Figura 7.
Estructuras almohades (ss. XII-XIII). Planta general.

– Función defensiva: No hay datos directos de murallas en este sector, pero sí numerosas noticias con el rango de indicio a considerar. En el alcázar existe una estructura situada bajo la torre occidental que flanquea la puerta islámica primitiva, anterior al siglo XI, que sirve de base a toda la operación constructiva de adosamiento de la alcazaba. Podría tener vinculación con el amurallamiento antiguo ya que se erige como prolongación lógica de lo que actualmente (con dudas) se considera podría ser el límite urbano occidental de Hispalis (Calle Francos, Imagen…). Igualmente, en la Avenida de la Constitución, en las inmediaciones del Arco de la Plata se localizaron los restos de una muralla de opus emplecton desprovista de sillares que Carriazo identificó con la muralla romana. Por otro lado, en las inmediaciones de la Catedral junto al Postigo del Aceite se localizó un gran lienzo de sillares adscrito por Corzo a las defensas de Hispalis. Otro indicio sobre la existencia de murallas en el entorno está en el uso de bloques de sillares procedentes de expolio en los muros del alcázar primitivo; y a ese respecto, el resto localizado en esta campaña en el patio del León, expoliado en época islámica para extraer los sillares alcorizos, podría pertenecer a la muralla romana (o a una de ellas). En definitiva, mucho indicio pero poca prueba, lo cual justifica por un lado prudencia en las hipótesis, pero por otro lado, cierta libertad para especular sobre hipotéticos trazados y posibilidades como herramienta de investigación.
– Función urbana (viario y viviendas): Se han detectado pavimentos pertenecientes a la ciudad romana en la Calle Mateos Gago, en el Palacio Arzobispal, en la calle Abades y en el Barrio de Santa Cruz, dentro de lo que entendemos sería el interior de la ciudad. En el exterior destaca la calle localizada en la excavación del metro en la calle San Fernando, tal vez perteneciente al mismo barrio localizado en el vecino Jardín de Cristina donde también aparecieron restos de una probable calzada. Todos estos hallazgos, fechados en el período altoimperial, reflejan un urbanismo supeditado a un plan prestablecido según se aprecia en la red de infraestructuras de saneamiento de la calle San Fernando, y sobre todo, en la calidad del edificio con peristilo anexo.
– Función pública (edificios). Sólo se ha identificado un edificio público en las inmediaciones de nuestra zona; se trata de los baños localizados por Corzo en la Calle Abades. En la parte norte del patio de Banderas, bajo la hipotética iglesia paleocristiana, existía una edificación que le sirvió de base y que fue interpretada por sus excavadores como parte integrante de un edificio público o almacén vinculado al puerto. Probablemente el muro de sillares y las columnas localizados en el otro extremo del citado patio podrían pertenecer a la misma edificación si bien salvando un desnivel abrupto. Es posible que dicho inmueble diera cobijo a uno de los pretendidos edificios colegiales planteados por Campos como hipótesis en este lugar; lo confirmaría la localización de numerosas estelas del siglo II conmemorativas alusivas al cuerpo de olearios rescatadas entre la catedral y el alcázar. En definitiva, aunque los datos son evidentes (edificios de ladrillos, muros de sillares, columnas, estelas conmemorativas, convivencia de cotas diferentes, etc..), de nuevo aquí nos encontramos con la imposibilidad de plantear interpretaciones incuestionables.
– Colmataciones y cambios de cota en el período tardío. Se aprecian cambios topográficos de importancia en el extremo sur del Patio de Banderas en el período tardoromano consistentes en una subida importante de cotas del terreno como consecuencia de la destrucción de la edificación romana allí existente y el aporte de limos fluviales. Es un dato importantísimo que debe vincularse con el mantenimiento, por el contrario, del mismo nivel romano en los edificios visigodos del lado norte del citado patio. La consecuencia es clara ya que mientras en la parte elevada del antiguo promontorio la ciudad romana aparentemente, aunque transformada, se mantiene de algún modo en época tardoantigua, al otro lado del promontorio las edificaciones desaparecen definitivamente dando paso a rellenos de abandono e incluso de expolio que no serán de nuevo urbanizados hasta época islámica.
En definitiva un panorama aún poco claro pero con indicios que a la primera ocasión pueden pasar a cobrar fuerza en el momento en que alguna excavación en el entorno precise mejores funciones y cronologías.

Foto 6.
Sector 1. Solería almohade 1451- 1453 rota a ambos lados por el pozo de época moderna y por el muro del escenario del Corral de Comedias de la Montería. Al fondo el muro almohade 1450 y la cimentación bajomedieval de la Portada de la Montería. (ue 1425).


CONSTRUCCIÓN DEL ALCÁZAR PRIMITIVO

Sobre la estructura romana se aprecia una gran zanja en declive hacia el Norte responsable de la desaparición de la mayor parte de sus materiales desde el nivel de cimientos. Aparece a 9 mts snm (2’5 mts bajo el suelo actual del patio) y penetra hasta los 7’5 snm colmatándose con cascotes, fundamentalmente tejas, procedentes de escombreras cercanas. Sobre la zanja rellena se dispusieron tongadas de nivelación en las que se conserva la matriz limosa del coluvión inferior junto a cascotes, tierras y cal. Se trata de un esfuerzo intencionado destinado a generar una superficie homogénea en la que labrar el futuro alcázar; en modo alguno hablamos de vertederos o rellenos casuales fruto de la ubicación periurbana del sector, sino de tierras mejoradas asentadas con función preparatoria para la gran obra islámica. (foto 5)
Es en ese relleno en el que se excava la cimentación del alcázar. El muro occidental de la primitiva alcazaba se cimenta sobre una zanja corrida de profundidad superior al metro y medio que se rellena con una tierra limosa muy compacta. Se trata de un hormigón pobre pero suficientemente compacto como para requerir de un martillo eléctrico para su desmonte. Sobre dicha zanja se colocó directamente el muro de tres hojas a base de sillares y emplecton interior sin resalte digno de mencionar entre las sucesivas hiladas superpuestas.
Parece lógico vincular las tres evidencias localizadas: zanja de expolio para extraer sillares – relleno de nivelación general para homogeneizar el terreno y asentarlo – construcción del alcázar islámico con los sillares del expolio sobre zanja practicada en el relleno de asiento.
Por fortuna la excavación del cimiento del muro occidental del alcázar nos permite tomar conciencia de la ubicación de sus primeros niveles de ocupación tanto interiores como exteriores. No es razonable, dado lo expuesto, imaginar pavimentos bajo el nivel de cimientos de la muralla; en otras palabras, salvo las probables estructuras hipogeas situadas en su interior, el resto de edificios se localizarían sobre la cota 10’61 (al menos en esta parte del alcázar y en el lienzo norte).

Foto 7.
Sector 4. Muros islámicos bajo los cimientos del Corral de la Montería. La imagen permite visualizar la subida del nivel provocada por la construcción del teatro en 1625 cuyo suelo se localizaba a escasos centímetros bajo el actual.

Este dato es trascendente a la hora de interpretar los restos prealmohades localizados en el patio de Banderas y en las zonas externas inmediatas como el Archivo de Indias, el Patio de la Montería, el Patio de la Alcubilla, el Crucero o el mismo Patio del León. Por un lado, las excavaciones practicadas dentro del recinto al norte, al sur del Patio de Banderas y en la primitiva puerta, demuestran que todos los restos romanos, visigodos e incluso los cimientos de casas islámicas prealmohades, se localizan bajo el nivel de cimentación de las murallas. De hecho, en la puerta, reconstruida en el siglo XI muy avanzado o tal vez ya en el XII, el nivel de pavimento se encuentra sobre la cota 11 snm, En el patio de Banderas sólo ha podido localizarse hasta el momento un edificio fechado en el siglo XI cuyos muros penetran bajo esa cota, pero lo hacen a nivel de cimientos. Por otro lado, en el exterior inmediato, en el Patio del León, aparecen muros de una casa cuyos cimientos sobrepasan en profundidad el nivel de fundación de la muralla, pero sus cotas de suelo sí se sitúan sobre el cimiento lo que hace compatible su convivencia.
Por fortuna las excavaciones realizadas en el alcázar desde 1997, ofrecen un amplio muestreo que permiten establecer una hipótesis razonable para el proceso constructivo del primer alcázar. Cabe imaginar por tanto una operación artificial de explanación previa a la construcción del alcázar mediante el aterrazamiento del sector y su perímetro inmediato septentrional y occidental a una cota uniforme de 10’60 - 11’00 mts snm. Para conseguir esta losa de cimentación se debieron mover toneladas de tierras bien seleccionadas añadiéndoles algo de cal de modo que tanto al Este como al Sur se acomodaran sobre cotas altas preexistentes (tal vez estructuras previas), mientras que en el resto del espacio se conformaría una cuña progresivamente más profunda hacia el Oeste.
Realizada dicha operación, y obtenida una superficie más o menos lisa, se procedió a labrar una zanja de cimentación corrida de cinco metros de espesor por profundidad media de un metro y medio en la que se vertió un hormigón pobre o tierra mejorada con cal y cascotes cerámicos de calibre medio – pequeño sobre el que se colocó la muralla. Ésta, con dos metros de espesor, dispuso sus sillares a plomo pero las dos primeras hiladas describieron un ligero escarpe de un palmo que en algunas torres se eleva alguna hilada más. En el extremo suroccidental, la torre angular (conservada en el patio de la Montería) penetró casi el doble que los lienzos, lo que, a falta de excavaciones en otras torres puede definir una particularidad, dado el límite topográfico en el que se ubica, o bien ser una constante común con las otras, al menos las angulares.

Figura 8.
Portada de la Montería en época de Pedro I. Isometría hipotética.

La excavación del patio del León aporta pruebas sobre el origen del alcázar en una fecha relativa no anterior al siglo XI y no posterior a mediados del siglo XII. Esta datación se fundamenta en criterios estratigráficos y topográficos que pasamos a sintetizar 6.

1. La fosa de expolio mediante la cual se extrajeron sillares alcorizos para la posible construcción del alcázar rompe las estructuras romanas y se rellena con cerámica islámica fechada en el siglo XI.
2. El relleno o losa de nivelación que sirvió de base para la construcción del alcázar y que se sitúa sobre la citada fosa, contiene materiales de diferentes períodos, destacando las cerámicas protohistóricas, turdetanas, republicanas e islámicas tardocalifales del siglo XI, siendo este último paquete el más abundante y no existiendo cerámica más reciente.
3. El relleno de la zanja de cimentación del muro Oeste del alcázar ha sido excavado a lo largo de cinco metros obteniéndose un amplísimo repertorio de materiales de distintas épocas entre las que destacan las cerámicas del siglo XI avanzado (cerámicas con decoración verde-manganeso, ataifores melados y un amplio repertorio de piezas de origen califal y desarrollo en el siglo XI avanzado). No hay materiales más recientes.
4. Los edificios adosados que se construyen en el exterior del alcázar son posteriores al siglo XI a juzgar por la cerámica de sus cimientos y perduran transformándose hasta el siglo XIV. Se entiende que un edificio se adosa a la muralla en el exterior cuando ésta deja de servir militarmente con lo que su cronología debe ser algo anterior al momento en que esto sucede (según la historiografía sólo el siglo XII justificaría una relajación similar).

Foto 8.
Detalle de la impronta del cerrojo y otros elementos de la puerta bajomedieval perdida.

Estos argumentos vienen a sumarse a las evidencias arqueológicas previas:
1. En la excavación del cimiento de la torre suroccidental (Patio de la Montería Sondeo III, TABALES 2001 a) los materiales asociados son posteriores al primer tercio del siglo X. Siendo la primera excavación realizada en el alcázar bajo la suposición de la incuestionable datación del edificio o en 914 o en 844, nos inclinamos en aquel momento por asumir la cronología más reciente a pesar de que la cerámica nos obligaba a no cerrar la posibilidad de una fecha más avanzada que ahora debe retomarse.
2. En la Puerta del primitivo alcázar (TABALES 2002) se pudo extraer abundante material de su zanja de cimentación, todo él fechado en la segunda mitad del siglo XI. Dicha puerta es el resultado de una amplia transformación del sistema de ingreso primitivo al alcázar. Los muros originales sobre los que se añadía el nuevo ingreso en recodo no aportaron materiales fiables, pero dada la presunción del origen omeya del primer recinto, se interpretaron como de dicho período. Con los datos actuales no puede descartarse en ese sector ninguna cronología para la fundación pero sí puede afirmarse que la puerta actual es cuando menos de fines del XI y que el alcázar, o al menos su lienzo Este, es algo anterior.
3. En las obras practicadas en el lienzo central de la cara norte del alcázar se realizó un sondeo para instalar un sistema neumático de recogida de basuras a cargo de la empresa Lipasam. Su excavador, Florentino Pozo, nos permitió analizar la cimentación y recoger los materiales tanto de su zanja como del nivel preparatorio siendo el resultado elocuente al datarse todos ellos en pleno siglo XI.
4. En el sondeo S I practicado en el lienzo norte del alcázar primitivo (TABALES 2000 a: 13) se pudo excavar tanto el cimiento de la muralla como su nivel preparatorio datándose los materiales de ambos en pleno siglo XI.
5. En el Sondeo SE II, practicado en la parte meridional del patio de Banderas (TABALES 2001 b), se localizó una edificación fechada en el siglo XI cuyos cimientos penetraban bastante bajo el nivel de cimentación de los muros del alcázar. Debajo de ese edificio no existían indicios de actividad constructiva desde el siglo II d. C. Por supuesto (y eso se confirmará en excavaciones posteriores en el Patio de Banderas) que no se pueden descartar edificios islámicos anteriores al siglo XI en ese lugar, pero de momento no han aparecido (y eso sí, estarían bajo cota de cimientos del Alcázar).

Foto 9.
Sector 4. Dovelas del arco transversal de la Portada de Pedro I. El muro de la izquierda delimita la vivienda islámica y el callejón de comunicación entre el exterior del alcázar y los palacios del área hoy ocupada por la Montería y la Contratación. Al fondo la muralla de tapial almohade reaprovechada por Pedro I en su portada. No fue desmontada hasta pleno siglo XX.

Por otra parte hay indicios que aunque no prueban la citada cronología sí ayudan a fijarla:
1. La primera ocupación del espacio exterior en el período islámico es la del alfar del siglo X-XI inicial excavado bajo el patio de las Doncellas 7. Se entiende junto al río en las espaldas de la ciudad pero difícilmente cuadra con un alcázar presente ya en esos momentos y que quedaría por tanto limitado en su misión defensiva. No es descartable pero no parece razonable que ambas funciones convivieran.
2. La amortización de las estructuras visigodas del patio de Banderas no pudo ser fechada por sus excavadores (BENDALA y NEGUERUELA 1980), quienes, como nosotros entendieron que perduraron probablemente hasta la construcción del alcázar, fechado en esos momentos en el período omeya. Restos relacionados con un enterramiento mozárabe de cronología avanzada (siglo X-XI) recuperado en el patio de las Doncellas podría significar una perduración hasta esos momentos de la iglesia cristiana y su cementerio lo cual obligaría a contemplar una fecha también avanzada para su eliminación y sustitución por el alcázar.

En otro orden de credibilidad se sitúan los argumentos cronológicos basados en la “interpretación” de “algunos” textos islámicos así como los basados en la analogía arquitectónica y constructiva con otros edificios (cuya datación por cierto rara vez ha sido contrastada por la investigación científica). Así:
1. La fábrica atizonada irregular presente en las murallas sirvió a diferentes investigadores (VALOR 1991) para plantear la hipótesis de una cronología emiral por su similitud a la de la alcazaba de Mérida, fechada en la primera mitad del siglo IX. Se trataría de un buen indicio si existiera un número de paralelos más amplio pero no es el caso. Por otro lado la fábrica utiliza materiales reutilizados que condicionan parcialmente la puesta en obra por lo que la irregularidad del aparejo es obligada. Debe tenerse en cuenta que es en el califato cuando se extiende el empleo del sillar en obras públicas y militares y que en Sevilla no se utiliza frecuentemente dicho material por ausencia de canteras cercanas lo cual podría justificar una obra pétrea irregular como desviación formal de prototipos cordobeses canónicos. También debe tenerse en cuenta que tras el califato el empleo de la piedra fue perdiendo presencia y fue sustituido sistemáticamente por el tapial por lo que es poco probable una adscripción muy posterior. La irregularidad, en definitiva, a mi juicio puede interpretarse como precedente de las técnicas califales como se ha sostenido hasta ahora, pero también como pérdida de rigidez en los cánones cordobeses en períodos postcalifales y en zonas periféricas.
2. La planta cuadrangular de alcazaba original, al igual que la fábrica nos lleva a precedentes bizantinos y omeyas, pero no debemos olvidar dos cosas; la primera es el escaso número de edificaciones claramente fechadas en esa época (Mérida, Balaguer, Tarifa…) que impiden aseverar tipologías claras, y en segundo lugar que en el siglo XI, y sobre todo durante la dinastía abbadí que pretendía erigirse en heredera legal y formal del califato, los modelos omeyas debían aún estar presentes como en tantos otros aspectos de la vida.
3. La ausencia de cámaras superiores en las torres se ha identificado tradicionalmente como argumento de datación en el período califal o emiral. Obviamente el argumento es incuestionable dados los precedentes comentados en Al Andalus pero una vez más el argumento es extensible al siglo XI, al ser este un período de transición en el que lo califal es aún el referente en lo conceptual y sobre todo en lo material. Por otro lado la inexistencia de cámaras en el alcázar de Sevilla es un argumento basado en el distinto material empleado en su ejecución (ladrillo y mampuesto) pero no deja de ser una hipótesis no cerrada (que yo mismo he mantenido hasta ahora). En síntesis, tanto si las cámaras de las torres de Sevilla son coetáneas con el resto de torres y lienzos como si son el fruto de una reforma, no debe descartarse el siglo XI para cualquiera de los dos escenarios.
4. Los textos islámicos que citan el alcázar primitivo permiten por su ambigüedad situar la operación constructiva del primer alcázar tanto en el siglo IX, como resultado de las obras de reedificación de las defensas urbanas tras la razzia de los “mayus” en el 844, como en el período de la rebelión de Ibn Hayyay a inicios del siglo X, pero también en el 914 fruto de la construcción de la Dar al Imara por Abd el Rahman III. Tampoco se descarta como fruto de las incursiones de los bereberes a inicios del siglo XI, o como consecuencia de las obras de la nueva dinastía abbadí tras 1031. Lo cierto es que la historiografía ha ido cambiando a medida que las investigaciones arqueológicas han aportado alguna prueba parcial. En la actualidad parece claro que ni el alcázar emiral, ni la dar al Imara, ni el conocido como “palacio del príncipe” deben identificarse con las murallas hoy conservadas en el alcázar de Sevilla; por el contrario cobra fuerza su identificación con el denominado “palacio de Ibn Abbad”, mencionado por Al Sala entre otros 8.

Foto 10.
Piezas procedentes de la estructura original de la portada de la Montería (siglo XIV) recuperadas en las excavaciones. Formarían parte de un repertorio ornamental dominado por escenas cinegéticas y mitológicas en relieve.

Todo lo expuesto nos permite a día de hoy plantear como hipótesis una cronología no inferior a mediados del siglo XI para los restos conservados del primer alcázar, lo cual no quita que en etapas anteriores pudiera existir alguna fortaleza en ese lugar, ni tampoco que su fecha pudiera avanzar hasta los primeros momentos del siglo XII. Pensamos, con los datos disponibles que la empresa se justifica histórica y estratigráficamente durante la última etapa del gobierno de Ibn Abbad o incluso durante los reinados de Al Mutadid y Almutamid (años 30-80 del siglo XI).
Bajo el presupuesto de que el primer alcázar (conservado) se construye durante el reinado de los Abbadíes dicha empresa desencadenaría una de las transformaciones urbanas más espectaculares de la historia de Al Andalus. Sería el espoletazo de una serie de cambios llevados a su máxima expresión por los almohades a inicios del siglo XIII y que convertirían una ciudad de 100 hectáreas, fundamentada en el urbanismo romano, en una capital tres veces mayor regida por un urbanismo islámico muy diferente (VALOR y TABALES 2004).

CONSTRUCCIÓN EDIFICIO EXTERIOR ¿ARRABAL?

La primera edificación doméstica en esta zona de la ciudad se ubica bajo lo que más tarde sería muralla de separación entre los patios del León y la Montería. Se trata de los restos de un patio deprimido conformado mediante muretes de un pie de aparejo mixto muy irregular que utiliza ladrillos de diferentes espesores y tamaños, normalmente fragmentados junto a mampuestos de distinto grosor 9.
En la parte occidental del patio se aprecia un andén aparentemente perimetral de un par de codos junto a un muro enlucido, de dos pies de espesor, que parece delimitar la casa. Este muro de carga está aparejado con buenos ladrillos de un pie, tomados con barro y conserva aún el enlucido con incisiones en espiga preparatorio para la yuxtaposición del estuco.
En el extremo oriental el muro del patio es mucho más ancho conformándose mediante ladrillos irregulares tomados con barro en los extremos y un emplecton irregular de cascotes y mampuestos, destacando la reutilización de un tambor de columna en su interior. En la esquina interior del patio, casi desde el nivel de cimientos se aprecia un ventanuco vertical cegado cuya función nos es desconocida aunque especulamos con la posibilidad de que sirviera para facilitar el riego del jardín. (figuras 4 y 5)
La orientación del edificio es ligeramente oblicua respecto al alcázar, por lo que éste debió organizarse a sus espaldas, probablemente apoyado en él pero con una fachada dispuesta hacia el extremo opuesto; en cualquier caso no conocemos ninguno de sus límites.
Se aprecian reformas que evidencian una vida prolongada, tal vez de un par de generaciones. Así, en la parte oriental del patio se subieron las cotas de los muros y del andén perimetral mediante tabiques de ladrillo bien aparejado pero poco después de esta obra, ya en el período almohade, se procedió a reestructurar drásticamente la casa.

Las estructuras localizadas bajo el patio de la Montería tal vez formaran parte del mismo edificio, y sumadas a las localizadas bajo el patio de las Doncellas y el Archivo de Indias vienen a confirmar la existencia de un verdadero arrabal junto al alcázar desde la segunda mitad del siglo XI hasta mediados del siglo XII. La cota de pavimento del edificio es de 10’22 snm., apenas un metro bajo el suelo actual, pero sus muros penetran hasta los 8’80.
Desde el punto topográfico, en definitiva, contamos con un inmueble, en teoría construido a espaldas del alcázar, que conviviría con otros similares aunque situados siguiendo la pendiente de la ladera hacia el río. Sólo los almohades algo más tarde acometerán la explanación y nivelación de este sector al incorporarlo al alcázar.
La datación relativa del edificio marca una fecha no anterior a mediados del siglo XI y no posterior a mediados del siglo XII, lo que lo sitúa a caballo entre los períodos abbadí y almorávide. En realidad, si el edificio es posterior al alcázar, la lógica debería situarlo en una época bastante posterior en la que el uso militar estuviera relajado o muy matizado, lo justo como para que se adosaran casas al lienzo que daba al río sin temor a un ataque desde él. El problema está en que sabemos que el largo reinado de Mutamid, hasta 1081, fue lo suficientemente tranquilo como para justificar dicha temeridad pero la llegada de los Almorávides en ese año y su violenta irrupción en la ciudad sin duda haría arrepentirse a más de alguno por la liberalidad de las décadas anteriores. Más allá de ese período, las crónicas de Ibn Abdún sitúan para 1130, una expansión y colmatación demográfica coincidente con un momento de relajación de los almorávides en todos los niveles que podría haber justificado la edificación del arrabal.
Las reformas del edificio se suceden durante el período almorávide pero en realidad no se amortiza hasta el siglo XIV, período en el que se elimina para construir la portada de la Montería.

CONSTRUCCIÓN ALCAZABA ALMOHADE

Hasta el presente no existe indicio alguno de la pertenencia al alcázar de los edificios prealmohades localizados al Oeste de sus dos primeros recintos. Sin embargo nuestra excavación se sitúa en una de las zonas donde los cambios se sucedieron con mayor intensidad desde que el gobernador Abd al Mumin decidiera iniciar el programa de ampliaciones destinado a englobar a las tropas a su cargo tras la revuelta ciudadana de 1150.
Así, y formando parte de lo que creemos el origen de la mayor reurbanización que viviera nunca Sevilla, detectamos una primera actividad consistente en la eliminación de edificios situados en esta zona y descritos en el proceso anterior. En el vecino Patio de la Montería dicha destrucción será completa, procediéndose al apisonado de los escombros y a la construcción de nuevas edificaciones ya interiores del tercer recinto. En el Patio del León se detecta una destrucción parcial que afecta sobre todo al espacio contiguo a la muralla del alcázar mientras que en el lado occidental se aprovechará gran parte de los muros previos si bien subiendo la cota y redefiniendo los espacios.
El primer elemento constructivo erigido en este lugar será una muralla de tapial destinada a separar dos zonas de función diferente dentro de la nueva alcazaba 10. Por un lado, al sur se levantarían nuevos palacios cuya organización y orden permiten suponer un destino relativamente noble, mientras que al Norte, bajo el actual patio del León, se reestructuran casas antiguas que formarán parte de un sistema de acceso intrincado en el que se supone existirían elementos relacionados con las caballerizas, apeaderos y tránsitos (TABALES 2005 a: 7).

No se aprecia apertura alguna que permita suponer la existencia de un paso entre los dos espacios resultantes salvo en el extremo occidental donde se dibuja un paso de reducidas dimensiones tras una callejuela interior formada por la muralla oeste del patio y el muro 1480.
Revisando los restos localizados en 1999 en la excavación del Patio de la Montería se aprecia en el ángulo noroeste, tras el citado paso, la presencia de una especie de baluarte ligeramente rectangular (de 11 x 9 mts) levantado mediante muros de tapial y apoyados en la muralla (ue 432). En su interior un muro espeso parte el espacio en dos ámbitos encabezados por sendas puertas hacia el Oeste (Palacio de la Contratación y del Asistente). Pensamos que tanto la muralla como el baluarte podría formar parte de un sistema único de acceso en recodo controlado militarmente. Sería tal vez el nudo principal de distribución de los accesos dentro del nuevo recinto almohade al conectar el sector de edificios del León, el de la Montería-Don Pedro-Príncipe, y el del Asistente-Contratación.
La excavación del León ha sacado a la luz un buen número de estructuras murarias y pavimentos de este momento de los que se pueden extraer numerosas conclusiones11. Como dijimos en la parte oriental, los muros levantados ahora sustituyen a los anteriores, situándose a una cota homogénea de cimentación en torno a los 9’80 mts snm, y con pavimentos finos de losas de cerámica a hueso en la cota 10’73 snm. Las losas de pavimento, al tresbolillo, se disponen a hueso con un acabado tan bueno que permiten descartar un uso secundario para el edificio (cuadra, almacén…) Dispondría de enlucidos de lacería roja según se desprende del estudio de los rellenos de amortización. Se definen varias estancias alargadas que conviven con la muralla de tapial, levantada poco antes que le sirve de medianera con el palacio de la Montería. (figuras 6 y 7)
En el lado occidental de la casa, a diferencia que en el lado comentado, los muros que definían el patio en el período previo serán reutilizados ahora por la nueva casa almohade. Se utilizará el mismo ladrillo que en las estancias orientales; sin embargo se eliminará parte del patio mediante la construcción de una nueva crujía paralela a la muralla de tapial que empleará material variado de acarreo en sus muros pero que cuidará sobremanera el pavimento, situado aquí a 10’64 snm y labrado también a hueso y al tresbolillo.
La nueva edificación, en síntesis, se superpone a la antigua mediante una obra nueva que no obstante reaprovecha parte de sus muros en el lado occidental. Será una edificación noble a juzgar por sus pavimentos y dispondrá de varias salas cubiertas longitudinales sobre lo que antes fuera patio-jardín deprimido, contando al menos en esta zona con más espacio habitable que la casa previa. Se apoyará en la muralla de tapial, que le servirá de medianera con el palacio de la Montería y en la muralla pétrea del primer recinto del alcázar. Dispondría de una fachada que junto con el muro oriental del patio del León, la muralla de tapial y el baluarte, configurarían un paso estratégico entre los distintos sectores interiores de la nueva alcazaba almohade 12. (fotos 6-7)

Foto 12.
Pilar de soporte del tablado del escenario en el Teatro de la Montería. Se apoya sobre un muro islámico de notable espesor en cuyo emplecton se incorpora un tambor de columna de roca alcoriza reutilizado.


La muralla de tapial levantada en estos momentos y que aún hoy divide en dos los patios de la Montería y del León, es incompatible con las estructuras prealmohades analizadas a ambos lados. Por el contrario convive de manera clara con los edificios descritos arriba si bien establece un salto de cotas de casi un metro a uno y otro lado (10’73-9’82). En el baluarte de la esquina occidental la cota es intermedia (10’45) lo que nos permite suponer que es precisamente en ese nudo donde se practica la transición de pavimentos.
En el período previo a la destrucción de las viviendas, aproximadamente dos siglos hasta 1355, los niveles en el lado de la Montería fueron elevándose hasta homologarse con los del baluarte siendo por entonces mucho menor la diferencia (apenas 40 ctms) entre ambos edificios.
En síntesis, los almohades generaron una obra nueva a occidente del alcázar antiguo. Para ello edificaron una gran muralla perimetral y varios subrecintos que separaban sectores funcionalmente distintos. Los muros de separación permitían a su vez salvar la pendiente abrupta existente previamente, entre los muros del alcázar antiguo y el río, mediante la definición de niveles homogéneos en cada subsector, suavizándose la pendiente y apoyando los terrenos contra la muralla meridional localizada bajo el Palacio de Pedro I.
Conocemos al menos tres de estas terrazas y sus cotas iniciales (luego se homogeneizarían): el sector de edificios bajo el actual patio del León a 10’60 snm, el sector de la Montería y parte norte de Don Pedro a 9’80, y los edificios meridionales bajo las Doncellas, a 8’50. Si los almohades hubieran edificado en el interior de su nueva alcazaba sin recurrir a estos aterrazamientos progresivos separados por muros de tapial, tendrían que haber salvado pendientes superiores a los 5 metros en menos de cuarenta metros.
La excavación del Patio del León se suma a las practicadas en el entorno inmediato. Al sur, Montería 1999, Príncipe 2000 y Doncellas 2002-2004; al Este Patio de Banderas 1999, Alcubilla y Chorrón 2000; al Norte las del Archivo de Indias 2002-2003 y las de la Catedral 1995-2002. Todas ellas dibujan un panorama claro de reestructuración del espacio en el que las grandes obras emblemáticas como la mezquita aljama se levantan dentro de nuevos recintos que se justifican no sólo como meros separadores de áreas funcionales diferentes, sino como pantallas de contención de los terrenos encargados de suavizar y racionalizar las cotas de lo que poco antes había sido la ladera de un montículo en declive hacia el río.

CONSTRUCCIÓN PORTADA LEÓN-MONTERÍA

Todos los edificios almohades a excepción de la muralla de separación de tapial fueron eliminados con el fin de facilitar la construcción del gran alcázar mudéjar de Pedro I.
La construcción de la portada consistió en el adosamiento del muro de ladrillos y sillares de arenisca en la cara Norte como refuerzo del anterior al construirse el gran acceso monumental de ingreso desde el Patio del León al nuevo Patio de la Montería. En él se labran las dos puertas laterales abiertas en 1936 aunque originalmente construidas como grandes arcos ciegos apoyados contra la muralla de tapial del proceso anterior. En la cara norte del lienzo esta operación supone la apertura de un vano central para comunicar los espacios ahora diáfanos del León y la Montería, disponiéndose su pavimento a una cota superior a la actual. Las huellas de las hojas de madera y sus herrajes (candado, cerrojo, pestillos, postigo), son aún hoy visibles en la superficie de la fábrica pétrea del intradós del arco. (figura 8)
En la parte superior se desarrollaba una bóveda notablemente más alta que la actual, que es claramente posterior, y sobre ella seguramente una coronación almenada. Hacia el Norte, se han conservado las huellas de sendos arcos transversales ya desaparecidos que formarían parte de una organización en forma de torre avanzada, como sostienen algunos investigadores (ALMAGRO 2005: 47), o más bien un castillete algo más complejo (TABALES 2003 a: 28).
Aunque falta la mayor parte del elemento, sobre todo su portada, el muro manifiesta ciertas peculiaridades que conviene citar. Los materiales empleados son muy diversos y aparte del tapial simple empleado en la muralla almohade, que servirá de base a la obra, se usará como material principal el ladrillo de un pie con mortero muy rico de cal, pero con llagas y tendeles amplios que demuestran que debió existir un potente enlucido protegiendo la superficie. Se ha mantenido un fragmento de enlucido en la base del arco oeste pero no podemos precisar si es original. Aunque el ladrillo se emplea en los entrelazados ornamentales y en los arcos ciegos que flanquean las hornacinas laterales también sobre ellos debió recurrirse al recubrimiento.
En la portada central y en el intradós de los arcos laterales se utilizaron sillares de piedra arenisca de módulo corto gótico, muy similar al empleado en la fábrica del palacio alfonsí y en la base de la fachada a los jardines del palacio de Pedro I. En arenisca se labró la orla heráldica que se conserva parcialmente sobre las dovelas; algunas de sus piezas y sobre todo los ángulos han sido localizados en los rellenos de destrucción, destacando la recuperación de un cimacio, un capitel y varias piezas con bajorrelieves que permiten reconstruir parcialmente el esquema ornamental de los arcos ya perdidos. Destacan escenas de caza, animales mitológicos como arpías, perros de caza y leones. (fotos 8-9-10-11)

Intercaladas con la arenisca se usaron algunas piezas alberizas, sobre todo en las dovelas de los arcos transversales, algunas de las cuales han aparecido desplomadas en orden debajo. También se usó el mármol en piezas esenciales como los batientes de las puertas y alguna dovela para lo que se recurrió a elementos clásicos reutilizados como capiteles corintios.
Desde el punto de vista arquitectónico no deja de sorprender que la operación de eliminación de los numerosos palacios islámicos preexistentes y el posterior aterrazamiento conviviera con la edificación de una gran portada que no es más que la readaptación de la muralla almohade de tapial. Tal vez se debió a que los trabajos no fueron coetáneos. Quizá toda la portada no era más que un montaje escénico para impartir en el patio del León la justicia a inicios del siglo XIV por lo que la muralla de tapial e incluso los palacios islámicos situados al sur seguirían en pie algunos años más antes de que Pedro I continuara las demoliciones iniciadas por su Padre.
Una peculiaridad digna de observación es la asimetría del muro y más en concreto de sus tres vanos debido al desplazamiento al oeste del arco central, lo que repercute en el mayor tamaño de la hornacina este y en la disponibilidad de mayor espacio para la ornamentación en ese punto. Se ha querido ver en esto una consecuencia de la nueva organización axial del tránsito para facilitar la visión directa entre la puerta del León y la del palacio mudéjar pero también, un indicio de que los espacios inmediatos a las hornacinas laterales podrían estar cerrados, con lo que no podían ser observados al unísono desde el patio del León.
Uno de los aspectos más interesantes desde el punto de vista constructivo de toda la obra castellana fue la transformación topográfica del sector pues la demolición de los edificios almohades supuso un aumento considerable de los niveles del terreno y un intento de homogeneizar los dos espacios vecinos. El resultado fue una subida de cotas superior al metro en el patio del León que pasó de tener los suelos almohades a 10’50 a organizarse como patio sobre los 11’80 snm. El Patio de la Montería también elevó el nivel desde los 9’50 de los andenes del palacio almohade o los 10’20 de alguna crujía ya muy reformada, hasta superar el nivel actual, situado en torno a los 11’00 snm.
Con el tiempo las distintas obras emprendidas en estos patios estuvieron enfocadas a disminuir el desnivel, culminando en 1936 con la situación actual en la que ambos recintos salvan unos cincuenta centímetros de diferencia mediante una leve rampa en el interior del arco central al bajarse el nivel del Patio del León en medio metro.
La cronología de esta operación debe encuadrase en un momento posterior a la destrucción de los palacios almohades preexistentes pero anterior a la obra del palacio mudéjar de Pedro I. Conceptualmente sólo tiene sentido dentro del programa áulico de dicho rey por lo que se podría datar en torno a 1356, sin embargo el arcaísmo de sus elementos ornamentales, de raigambre almohade, el elemento heráldico de su portada, y la forzada disposición de los arcos laterales podrían justificarse siendo algo anteriores a la construcción del palacio mudéjar. Tal vez fuera una operación de Alfonso XI como elemento de ingreso a un nuevo palacio que ya comenzaba a transformarse (Salón de la Justicia) en un sector donde era de crucial importancia impartir la ley cara al pueblo. La hornacina de la parte oriental podría haber albergado el baldaquino desde el que el rey juzgaba. No debe descartarse incluso que todo el sistema formara parte de un complejo espectacular compuesto por todo el lienzo y sus hornacinas ubicándose el baldaquino en el mismo arco central de suerte que el mismo patio del León en su integridad estuviera ya abierto y centrado por dicho elemento antes de que Pedro I levantara su palacio abriendo definitivamente el arco central.

Foto 14.
Tesorillo localizado en el nivel de incendio del escenario del teatro de la Montería.

La cronología marcada por los rellenos de la zanja de cimentación (ue 1425) es post-almohade con elementos bajomedievales cristianos de datación imprecisa dentro del siglo XIV por lo que es imposible de momento adscribir en base a dicho argumento la construcción al reinado de Alfonso XI o al de Pedro I, máxime cuando son consecutivos. Hasta el momento la decoración heráldica con los emblemas de castilla, León y la Banda ha sido interpretada como una evidencia de su pertenencia a la obra de Pedro I, siendo posterior a la fachada del palacio mudéjar, de 1364, debido a que refleja el mismo programa visible que en el Patio de las Doncellas (CÓMEZ 196: 24).
Uno de los resultados más esperados de nuestra campaña de excavaciones ha sido el poder fechar, aunque de modo relativo la portada y la mayor parte del castillete que la engloba en un período posterior a la demolición de las casas almohades. Si nos ajustamos a la estratigrafía no pude desestimarse por completo nuestra teoría anterior que la consideraba almohade tardía. Es la lógica arquitectónica la que nos ayuda a decantarnos por una adscripción cristiana al unirse la posterioridad a los edificios previos con la inexistencia de vanos laterales abiertos en la muralla de tapial que justificaran tránsitos entre los edificios islámicos.
Bien como reforma de Alfonso XI o de su hijo Pedro I, lo cierto es que las portadas levantadas se convirtieron en pieza fundamental en la definitiva organización castellana. Un esquema ambicioso que quedó truncado al no culminar la operación principal que según Almagro, debía convertir el patio de la Montería en un gran espacio distribuidor de tres grandes palacios reformados: al este el palacio gótico, al sur el palacio mudéjar y al oeste el gran palacio situado en lo que hoy es Sala del Almirante, que sería la qubba o salón principal de todo el recinto.
El contexto resultante de la transformación castellana impuso un relativo grado de irregularidad sobre un trazado almohade complejo pero ordenado. En el interior del alcázar abbadí (recintos 1 y 2) los cambios fueron menores y no afectaron que sepamos a las edificaciones allí presentes. De igual modo los cambios en los recintos situados al norte, sobre todo el de la mezquita aljama, fueron más funcionales que formales, manteniéndose la estructura original y las murallas principales.
Los cambios principales se dieron en el espacio que había presenciado la gran ampliación almohade hacia el Oeste. En la cara occidental del antiguo alcázar abbadí, en el corazón del complejo militar almohade, se introdujeron las moles del palacio mudéjar y del patio del Príncipe que cambiaron la orientación precedente marcando una nueva línea de fachada hacia lo que desde entonces serían huertas y jardines. El resto de edificios almohades situados en el recinto 3, como el de la Contratación-Asistente-Almirante, se mantuvieron en su orientación original, si bien con cambios de importancia en la forma, sobre todo en la zona aledaña a la Montería y en el interior del patio de la Contratación.
En el resto del alcázar los cambios fueron menores, manteniéndose las puertas de Jerez, del Carbón y del Aceite así como los distintos palacios como el de Abu Hafs o las atarazanas. Un visitante de la Sevilla de Enrique de Trastamara transitaría sin graves alteraciones por el sistema de recintos almohades de la alcazaba hasta llegar a la Puerta del León donde asistiría a un espectáculo de transformación que no se completaría jamás y que a la postre fue la última obra de importancia en un alcázar que dejaría de ser residencia efectiva de la corte y de la monarquía.

SIMPLIFICACIÓN DE LA PORTADA

El arco central se erigió como parte esencial del nuevo acceso axial al recién creado Patio de la Montería tras la destrucción del palacio almohade en él existente y el levantamiento del palacio mudéjar. Este hecho está claro sobre la época en la que el rey Pedro ultima su obra (sobre 1360). Sin embargo, antes de la construcción del Gran Teatro de la Montería en 1625, la puerta central está transformada y las estructuras que la precedían, ya correspondiesen a una torre avanzada o a un castillete algo más complejo, ya habían sido eliminadas. Lo demuestra la reforma sufrida por su bóveda, que pasa de estar ubicada a una cota superior a rebajarse hasta su posición actual.

Las huellas que aún hoy pueden verse dentro del arco demuestran la existencia original de una puerta de dos hojas que estaría cogida por una viga situada sobre el arco actual con lo que sería necesaria la existencia de una bóveda sobre ese nivel. La altura original excedería bastante de la actual. La puerta estaría configurada mediante una rosca de sillares de arenisca ornamentados hacia el Norte, mientras que al Sur, hacia el nuevo patio de la Montería se localizaría un arco pétreo algo menor cuyas huellas son visibles en el antiguo engrosamiento interior.
Ignoramos en qué momento se produce la simplificación del abovedamiento cuya consecuencia más clara será la eliminación de la puerta como tal, es decir, la desaparición de las hojas de madera, incompatibles con la nueva bóveda de cañón, más baja que la anterior.
Es razonable interpretar que ahora se eliminarían también los arcos transversales y el castillete o torre de acceso a la portada, pues sin la puerta habían perdido todo sentido.
La estratigrafía relativa es clara pero poco elocuente ya que sitúa esta operación entre el siglo XIV y el momento de la construcción del Teatro de la Montería en 1625. Ni siquiera sería pertinente descartar que fuera Pedro I el que decidiera simplificar un modelo iniciado por él o incluso por su padre. El terremoto de 1355 el de 1505, etc…podrían haber justificado desplomes irreparables. En cualquier caso, lo cierto es que en 1625 el Teatro termina por anular todo vestigio visual de la portada, no recuperándose parcialmente hasta 1936, gracias a Joaquín Romero Murube.
La incidencia de esta simplificación de la portada es muy superior a la que pudiera parecer a primera vista ya que supuso su desaparición como elemento áulico destinado a controlar el acceso a la zona residencial del rey dentro del palacio central de su nueva capital. Tras la demolición parcial desapareció la función principal de la portada pues el palacio mudéjar se convirtió en uno más de los múltiples edificios del alcázar convirtiéndose el patio de León en poco más de un corral mal articulado en el que se levantaron cuadras y almacenes.
Triste final para un elemento que debió ser espectacular a juzgar por el acabado de la fachada del palacio mudéjar y de la altura estética de sus espacios interiores y jardines.

Foto 15.
Sector 1. Pozo 1431. Obsérvese la destrucción del muro almohade situado a la izquierda provocada por la intrusión del pozo.

CONSTRUCCIÓN TEATRO DE LA MONTERÍA

Se han localizado los restos del escenario y dependencias anexas del corral de comedias de la Montería. La planta y el alzado del Corral en 1691 atribuido a Francisco de Escobar reflejan en la zona sur un panorama de estancias que se corresponde básicamente con lo localizado en la excavación (MARÍN 1991:449). En alzado, las antiguas portadas aparecen tapiadas y sirven como delimitación del teatro que dispone aquí de dos plantas sobre el escenario; sólo una pequeña puerta situada en la hornacina occidental permitiría un tránsito peatonal al interior del alcázar. En planta se perfilan seis ámbitos en el fondo sur excavado, que de este a oeste serían descritos por el autor de la siguiente manera:

a. Corralillo donde desaguaban las aguas de los tejados.
b. Otro bestuario que tenía de largo 16 tersias y de ancho 10.
c. Teatro que tenía de largo 24 tersias y de ancho 16
d. Tablado que tenía de largo 24 tersias y de ancho 11.
e. Bestuario que tenía de largo 16 tersias y de ancho 13
f. Escalera por donde subían a los aposentos del alcasar y este patinillo que salía a dicho alcasar que en cuadro mide 16 tersias.

Se denomina a la puerta central cegada: Puerta que salia al patio de la entrada de los quartos Reales por donde se pego el fuego que servia de caballeriça un sitio que junto a ella estaba el asistente.

Los restos localizados en la excavación responden a esta descripción, así:

a. El Corralillo donde desaguaban las aguas de los tejados, aparece delimitado por los muros del alcázar y la hornacina oriental de la antigua portada de Pedro I conservando un suelo de ladrillos de canto dispuestos en calles triangulares ordenadas mediante guías, con una fuerte pendiente hacia el centro, donde se localizaba un registro de agua que en épocas posteriores al teatro sería sustituido por un gran pozo abovedado. La cota de suelo es levemente superior a los 11 snm.

b. El denominado “bestuario que tenía de largo 16 tersias y de ancho 10” queda confirmado en cuanto al volumen pero sus muros son más potentes que los recogidos en el plano de Francisco de Escobar. Su suelo era de guijarros de canto con una rosca de ladrillos señalando el tránsito al escenario.

c. En relación con la parte del escenario aledaña a la antigua portada denominada “Teatro que tenía de largo 24 tersias y de ancho 16” y al “tablado que tenía de largo 24 tersias y de ancho 11”, se ha recuperado uno de los pilares de ladrillo que sostendrían el tablado y los muros de ladrillo laterales, así como la base de la pequeña escalerilla situada en el fondo. Las medidas coinciden con el plano pero el pavimento desapareció en el incendio de 1691, dejando un vacío que correspondía al subterráneo de la tramoya, que fue colmatado toscamente.

d. También el “Bestuario que tenía de largo 16 tersias y de ancho 13” situado al oeste del escenario fue localizado. Los muros que lo conformaban eran de ladrillo y aunque el suelo no ha llegado a nosotros sí lo ha hecho una letrina situada en el mismo centro de la habitación con su correspondiente pozo ciego, que penetraba hasta niveles romanos.

e. Finalmente se excavó la habitación donde se hallaba la “escalera por donde subían a los aposentos del alcasar y este patinillo que salía a dicho alcasar que en cuadro mide 16 tersias”. El resultado fue el esperado, y aunque no se recuperaron los restos de la escalera sí pudimos observar hasta tres pavimentos de ladrillos de canto que se habían ido superponiendo en el espacio. (foto 12)
La construcción del teatro se materializó a costa de eliminar cualquier vestigio constructivo anterior. En el caso de la Portada de la Montería desaparecieron los restos del arco principal que fue desmontado bajo nivel de cimientos. Todo el patio del León fue rebajado situando sus pavimentos a la cota 11´16, lo que supuso un desmonte de terrenos cercano al metro. La operación fue tan drástica que en la actualidad los restos de la portada medieval dejan ver parte de su cimentación.
En el sector del escenario se vaciaron tres metros para disponer de un sótano para la tramoya lo que supuso la destrucción completa del registro hasta niveles en los que se localizaban los restos de la estructura romana de sillares de la que se habló arriba.
Los datos recopilados por Ana Marín (1991: 440-449) son concluyentes en relación a la construcción y desaparición del corral de comedias. El contrato para su construcción fue firmado el 6 de Diciembre de 1625 por las autoridades del alcázar, presididas por el alcalde Gaspar de Guzman Conde Duque de Olivares, con el empresario Diego de Almonacid el Joven. El espacio ocupado aportó en virtud del arrendamiento rentas para el alcázar de 850 ducados anuales.
Diego de Almonacid se hizo cargo de la construcción del teatro “conforme a la planta y montea que para ella esta hecha por bermundo Resta, maestro mayor de estos alcaçares”.
Las obras fueron supervisadas por el maestro mayor según el contrato así como las reparaciones necesarias. El corral debía ser de madera y los callejones y aposentos deberían solarse con ladrillo y los atajos de los aposentos de tabiques con sus barandas de hierro y celosías todo encalado de yeso blanco.
Los pilares de la planta inferior serían de fábrica con zapatas pero la parte superior se haría con madera.

Foto 16.
La portada de la Montería y el Patio del León a inicios del siglo XX con anterioridad a la apertura de los dos vanos laterales.

Los restos localizados en la excavación coinciden aproximadamente con esta descripción al organizar la parte trasera del escenario mediante muros y tabiques de ladrillos y suelos de cantos rodados y ladrillos. Sus cimentaciones y niveles de pavimento aportan materiales cerámicos sevillanos del primer tercio del siglo XVII y responden al mismo tipo de fábricas, comunes en este período en el alcázar y en el resto de la ciudad, caracterizadas por el empleo de ladrillos de un pie dispuestos irregularmente y tomados con mortero de cal en llagas y tendeles muy espesos.
Para el alcázar la construcción del teatro supuso una fuente de ingresos como consecuencia del alquiler de un terreno propio cedido para una actividad puntual privada. Con ello se sumaba a otros arriendos como el de las huertas situadas en los actuales jardines de las Damas y de la Alcoba, constituyéndose desde el punto de vista constructivo en la primera gran actividad externa en un espacio interior del conjunto del alcázar. Con el tiempo las cesiones y las diferentes circunstancias históricas hicieron menguar la extensión real del conjunto hasta los límites actuales.
Sin embargo desde el punto de vista de la influencia en el urbanismo circundante su erección no aportó novedad digna de señalar salvo que sirvió como desencadenante indirecto de la construcción de la puerta del Patio de Banderas y de la erección del Apeadero, generándose un nuevo tránsito al alcázar muy desviado del utilizado hasta ese momento.

INCENDIO DEL TEATRO DE LA MONTERÍA

En 1691 las llamas causadas por el incendio de las caballerizas del asistente, situadas tras el arco central de la antigua portada medieval, se propagaron por el teatro, que era de madera en sus dos plantas superiores, produciéndose en pocas horas su colapso y completa desaparición. (foto 13)
La unidad 1439 marca, no el hecho físico de la destrucción, sino el procedimiento empleado para la amortización del patio y su nivelación en los momentos inmediatos. En el patio en general dicho relleno se acomoda a los espacios resultantes del desmonte de las habitaciones construidas en 1625, pero en la zona del escenario los distintos estratos que componen el cegamiento se extienden hasta una considerable profundidad debido al sótano preexistente, lo que permite en ese punto evidencias tan sorprendentes como la localización de un tesorillo de escudos a una profundidad inferior a la de los mismos niveles islámicos. (foto 14)
Dicho relleno se compone de materiales constructivos de desecho, fundamentalmente cascotes de teja y ladrillos alternándose con capas limosas y con varios niveles de ceniza. Está claro que el procedimiento empleado fue el de verter carretas de escombros en los lugares más profundos sin intencionalidad de otro tipo que no fuera el de elevar la cota y nivelar. Esto justifica que las capas de ceniza se sucedan horizontal pero también homogéneamente.
Debe tenerse en cuenta que el incendio de 1691 supuso la destrucción del teatro y el inicio de una lenta recuperación de los niveles bajomedievales que se situaban mucho más arriba. Para ello se organizó un aterrazamiento de los restos, pero como es lógico en cualquier operación de este tipo, dicha obra produciría un vertido de tierras sobre los pavimentos cuyo resultado fue una subida del nivel en unos 0’80 mts en general y de 3 mts en el escenario. La destrucción del teatro sirvió por tanto para reinstaurar el modelo lógico de conformación del tell artificial del yacimiento.
Entre los restos obtenidos en los citados rellenos de amortización destacan algunos fragmentos de dovelas y elementos de la orla decorativa de arenisca procedentes de la destrucción de parte de la portada bajomedieval aún conservada (precisamente en la zona de inicio del incendio). Son varias molduras angulares apuntadas de sección gótica alguna de las cuales conserva parte de la orla y la vegetación en relieve circundante. Coinciden plenamente con los restos aún en pie en el arco. También destaca un cimacio con un rostro y dos rosetas, así como un capitel con dos escenas ecuestres en bajorrelieve, varias piezas con arpías, galgos y leones y una dovela de mármol que reutiliza un antiguo capitel corintio de buena factura. No se han localizado elementos constructivos adscritos al teatro propiamente dicho aunque sí se ha recogido una variada gama de clavos de todos los tamaños empleados seguramente en la tarima del tablado y la techumbre.
El hallazgo material más importante es el de una cuarentena de monedas monedas localizadas en los rellenos inferiores de colmatación del sótano del tablado. Tal vez se encontraran dentro de algún cofre ya perdido o en el interior de alguna bolsa en el bolsillo de algún ropaje quemado en el incendio. Sea cual fuere su origen representan un importante aporte para el conocimiento de las transaciones comunes en la Sevilla de la decadencia borbónica.

Figura 10.
La transformación del sector. Procesos arqueológicos (alzados).

El corral de comedias se mantuvo en uso desde 1626 hasta 1679, año en el que se prohibió la comedia en Sevilla. En el período comprendido entre 1679 y 1691 se mantuvo cerrado, utilizándose probablemente parte del escenario o los vestuarios como viviendas provisionales según se desprende del testimonio de algunos testigos en el auto posterior al incendio.
Ignoramos si en algún momento previo a 1691 se representó alguna función pero lo cierto es que del auto se deduce por un lado que la vivienda del autor aún se conocía como tal, pero por otro que los vestuarios daban cobijo a albañiles y privados que habitaban junto al tablado.
Sabemos que el 3 de mayo de 1691 un pavoroso incendio destruyó el teatro amenazando seriamente al alcázar y a la casa de Contratación (MARÍN 1990: 483). El teniente alcalde Gaspar de la Cueva y Dávila da fe del suceso en un auto con motivo de la visita cursada explicando que fue provocado en una cuadra del asistente, el Conde de Montellano, quien por entonces se alojaba en los Cuartos Reales. Las llamas prendieron enseguida en la madera del corral, que lindaba con la citada caballeriza “…pasando la voracidad del fuego a la Casa de la Contratación y aunque por diferentes partes se quemó in totum la dha montería” .
Según el albañil del alcázar Antonio Moreno, testigo en la información abierta, se encontraba esa madrugada en su cuarto “en el entresuelo” cuando oyó voces que advertían del fuego en la citada caballeriza y vio como éste pasaba a la herramentería y de allí a la Contratación donde fue atajado gracias a diversas “cortaduras y derribos”. Nos preguntamos si el entresuelo al que se refiere no sería el sótano del tablado, ya en desuso y por tanto el tesorillo encontrado en esta campaña no pertenecería a este albañil.
Según otro testigo, Antonio Felix, el fuego se inició en la caballeriza por la quema de un cohete procedente posiblemente de la fiesta de la Cruz que se celebraba en esos momentos, según indicaba el cochero del conde, Domingo Juan. Otro testigo, Gregorio Mosquera, cabo de la guardia, contó que entró en la caballeriza y vio arder el arco de la montería que se encontraba en su interior así como un farol de vidrio. Otra testigo, Petronila Alcalde, niega que en dicha fiesta se lanzaran cohetes.
Uno de los testigos más interesantes fue un tal Pedro de Carmona que vivía “en el vestuario del teatro pegado al tablado donde se representa”. Explica que vio el fuego penetrar en el teatro desde las lumbreras que poseía la caballeriza que linda con el vestuario. Dicha caballeriza era contigua a la “puerta grande que sale a la Montería”. También un tal Carlos Tapia que vivía en otro Cuarto de la Montería junto al tablado vio arder el tabique de cegamiento de la puerta principal. Otro testigo, Francisco de Zamudio, nevero del alcázar, hace una observación interesante relacionada con el inicio del fuego en la caballeriza ya que en su opinión el teatro ardió más rápidamente por estar ésta “mucho más baja que el tablado de la monteria”.
Los demás testigos aportan pocos detalles salvo Leandro de Rivera, oficial de la Contaduría de la casa de Contratación quien declaró que había observado en muchas ocasiones el farolillo antes citado en el arco de la montería sobre los montones de paja, pensando que era una temeridad. Por último declaró José de los Santos, jardinero del alcázar, quien contó que el incendio fue causado por el descuido de uno de los mozos de cuadra que dormían en la caballeriza del conde de Montellano a quien se le cayó un cabo de vela en la paja.
El motivo del desastre queda por tanto claro así como el origen en la caballeriza contigua. Sólo quedaron en pie la vivienda de la autora y la del portero del alcázar, situadas a los pies del teatro. Se estimaron los costes de reedificación en 22.000 ducados de vellón por lo que se desestimó la operación, permaneciendo como corral de acceso al alcázar desde entonces.

No hay evidencias de que el incendio de 1691 supusiera un cambio en el perímetro amurallado que lo acogió. Sabemos que durante los dos siglos siguientes allí se ubicaron almacenes y caballerizas que no incidieron significativamente en su configuración como recinto cerrado, sólo accesible por la puerta del león pero débilmente comunicado con el resto del alcázar mediante una portezuela en el extremo oeste de la antigua portada bajomedieval.

INSTALACIONES Y OBRAS EN EL PATIO DEL LEÓN

De este período se han conservado algunas instalaciones que delatan tanto el uso de parte del patio como la cota de habitación. La más importante es la localizada en el sector 1; unidad 1421. Pozo de registro de canalizaciones para la conducción de agua. La gran altura, tanto de este elemento como de la atarjea que conecta con él, nos hace pensar en una zona preparada para facilitar el acceso necesario para realizar las tareas de limpieza o mantenimiento de las conducciones. Está realizado mediante ladrillos colocados a tizón y acuñados con pequeños fragmentos también de ladrillos que se traban con argamasa ligera de cal. Se encuentra cubierto por cúpula radial de ladrillos acuñados al igual que en las paredes. También observamos como por su lado meridional desemboca una amplísima atarjea de ladrillos que parece venir desde el Patio de la Montería. (foto 15)
Es de destacar el hecho de que el pozo 1421 tiene la clave de la cúpula rota por la actual solería, lo que nos lleva a pensar que las cotas de uso del momento en el que funcionaba la estructura se hallan por encima de las actuales. El suelo actual está a 11’74 mientras que la bóveda aparece rota a 10.87. No puede precisarse mediante estratigrafía una cronología más ajustada, comprendiéndose grosso modo entre el siglo XVIII y el XIX, inclinándonos por su factura más al primer siglo que al segundo aunque sin pruebas decisivas.
Entre 1691 y 1936 transcurrieron dos centurias en las que el patio contuvo diferentes edificaciones anexas de función secundaria. El plano de Sebastián Van der Borcht dibuja un espacio a mediados del XVIII ocupado por dos crujías anexas a los muros principales mientras que el centro aparece abierto. También en el plano de Olavide se intuye dicha realidad.

PROCESO XII. AJARDINAMIENTO PATIO DEL LEÓN

El jardín actual del León y la presentación de la antigua portada medieval se deben a la obra emprendida por encargo de Joaquín Romero Murube entre los años 1936 y 1937. Fotografías de la época recogen los dos vanos laterales de la portada aún cegados advirtiéndose una pequeña puerta hacia la Montería en el más occidental de ellos. Seguían siendo por tanto hornacinas que servían de fondo a un jardín recién plantado organizado en cuatro cuarteles y un pavimento que fue renovado en 1964. Desde ese instante hasta el presente se han sucedido obras de renovación de las instalaciones hidráulicas que han afectado parcialmente al pavimento y, sobre todo, la apertura de los arcos laterales rompiendo la muralla de tapial almohade preexistente.
La cota actual del patio está en torno a los 11’50 mts snm, casi un metro sobre el nivel de las estancias frontales del patio de comedias del XVII y unos treinta ctms debajo de la antigua cota castellana del siglo XIV. Este nivel se ha mantenido hasta nuestros días si bien en la actualidad se procede por encargo del Patronato del Alcázar a una leve renovación de las pendientes y a un cambio de suelo, muy deteriorado tras cuarenta años de uso.
La diferencia con la cota general del patio de la Montería supera aún los cincuenta centímetros pero es mucho menor que la que separaba ambos espacios en el siglo XIV cuando formaban parte del esquema áulico de ingreso al alcázar.

Figura 11.
Alzado Norte Puerta de la Montería. Revisión de la secuencia estratigráfica

El material cerámico del relleno de nivelación, el tipo de hormigón empleado en la solera del pavimento y su misma tipología indican a las claras que la operación es de mediados del siglo XX. Una inscripción en la entrada a la Casa del Militar, situada en el lado occidental del patio precisan la fecha de 1964 para la operación; sin embargo una fotografía de 1936 pone de manifiesto que en ese período el jardín estaba recién plantado y los vanos laterales aún no se habían abierto.
(foto 16)
Se trata pues de una obra de mediados del siglo pasado que inaugura una funcionalidad plenamente vigente en la actualidad pese a las obras menores de reparación de las últimas décadas. Supone una adaptación brillante de este recinto como ingreso de la visita turística que pretende recuperar parcialmente una parte del componente de espectacularidad presente en la obra de Pedro I al reproducir el gran eje que permite como ya observara Cómez mantener una comunicación visual de los accesos desde el Ingreso en el León hasta la misma puerta del palacio mudéjar, si bien con la ausencia ya inevitable de la verdadera portada de separación entre el apeadero del León y el patio de la Montería, desaparecida definitivamente.

CONCLUSION

La secuencia permite plantear una reconstrucción de este sector del alcázar a lo largo de dos mil setecientos años en los que se fueron superponiendo restos de naturaleza y significado urbano muy diferentes. El proceso analizado sintetiza una evolución que se inicia en la etapa final de nuestra protohistoria, momento en el que aparecen evidencias de ocupación en esta zona limítrofe de la ciudad. Tal vez en ese horizonte de borde topográfico debe entenderse la construcción de una estructura romana de importancia cuyo significado se nos escapa pero que, eso sí, fue objeto de un expolio cuyo resultado observamos aun hoy, y que no es otro que la construcción con sus sillares del alcázar antiguo. Nuestra secuencia identifica precisamente ese hecho (la construcción del alcázar) no antes del siglo XI. (Figuras 9-10 y 11)
A la falda del Alcázar se construyó un arrabal que perduró hasta el momento en el que los almohades reorganizaron este sector para incorporarlo a su nueva alcazaba; es el momento en el que se erige la muralla que separa los patios del León y la Montería, en cuyo interior se levantaron palacios diferentes conectados a través de un recinto situado en el extremo occidental de ambos.
Pedro I será el responsable de la destrucción de todo lo erigido por los musulmanes en este sector con la excepción de las murallas, que les sirvieron de marco para la organización de su portada monumental y sus patios situados junto al gran palacio mudéjar. Las huellas de la operación castellana en el muro analizado demuestran que su volumen y altura eran mucho mayores que en la actualidad y la calidad ornamental de las piezas en bajorrelieve extraídas en la excavación delatan un simbolismo y representatividad muy superior al que hasta ahora interpretábamos.
Por último, tras unas décadas en las que las portadas fueron ocultadas por el teatro de la Montería, en el siglo XVII, un incendio terminó por destruir gran parte de su estructura. La fisonomía actual de la muralla y del patio se debe a las obras emprendidas por Joaquín Romero Murube a mediados del XX y a la labor de mejora y mantenimiento desarrollada por los conservadores posteriores 13.

Son escasos los lugares de nuestra ciudad que han aportado tanto para su conocimiento como este sencillo lugar y pocos muros han permitido adentrarnos tanto en el significado de las transformaciones espaciales y funcionales del alcázar como estas portadas, que, a nuestro juicio, deberían ser objeto de una restauración proporcionada a su valor histórico.

Notas

1. Agradecemos al Patronato del Real Alcázar su apoyo constante a nuestros estudios, iniciados en 1997 y muy especialmente a Don José María Cabeza, director del alcázar e inductor científico de nuestro proyecto. Igualmente agradecemos la confianza de la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, gracias a la cual se ha podido desarrollar un programa de investigaciones con resultados positivos. Agradecemos igualmente a la Universidad de Sevilla y a la Escuela de Arquitectura Técnica su apoyo técnico y soporte técnico y humano.
2. Campaña dirigida por Miguel Ángel Tabales con la participación de los arqueólogos Pablo Oliva y Rosario Huarte, y la asistencia técnica de Luis Alberto Núñez y JBA Construcciones Bellido. Se han realizado la siguientes analíticas específicas:–Estudio geoarqueológico a cargo de Mª Ángeles Barral y Francisco Borja (Universidad de Huelva)–Estudio de materiales pétreos correspondientes a la Portada Bajomedieval a cargo de Gregorio Mora Vicente (Equipo de Investigación Arqueológica Alcázar de Sevilla)–Estudio numismático de las piezas localizadas en los niveles de incendio de 1691, correspondientes a los reinados de Felipe II, III y IV, a cargo de Diego Oliva Alonso (Museo Arqueológico Provincial de Sevilla). – Estudio cerámico a cargo de Rosario Huarte Cambra (Equipo de Investigación Arqueológica Alcázar de Sevilla)
3. El resultado fue plasmado en la Memoria del Primer Proyecto Puntual, entregado en 1999, publicado parcialmente en diferentes foros entre 1999 y 2002 y de manera íntegra en (Tabales 2003 a).
4. Se trata de un gollete esmaltado en verde malaquita y un fragmento de tinaja estampillada, igualmente en verde.
5. Se trata de avanzar en una línea de investigación actualmente en marcha cuyos ejes han sido presentados por Tabales y Valor en el Seminario sobre Urbanismo Islámico Andalusí, celebrado recientemente en la Escuela de Estudios Árabes del CSIC.
6. Los estudios sobre la cerámica sevillana del siglo XI han avanzado notablemente gracias a la labor de Rosario Huarte Cambra y Pilar Lafuente Ibáñez, miembros de nuestro equipo de investigación. Un resumen tipológico de dichas piezas en (HUARTE 2002). En la actualidad se prepara una monografía sobre los materiales cerámicos en el alcázar medieval prevista para fines de 2006.
7. Aunque hemos publicado dicho alfar en diferentes foros aconsejamos (TABALES 2003 c: 6) y (TABALES 2005 a: 7).
8. Una síntesis de dichas fuentes en (TABALES 2000 a: 13) Y (TABALES 2001 c: 7)
9. No existe ningún tipo de escarpa o zapata en la cimentación, que no está diferenciada; tampoco existe regularidad en las hiladas recurriéndose al pseudoespigado como recurso para trabajar con rapidez sin necesidad de recurrir a la nivelación.
10. La muralla que separa ambos espacios está levantada con tapial simple realizado a base de cajones calicastrados, con ausencia de verdugadas de ladrillo salvo en la cimentación, medidas irregulares no superiores a 0'80 de altura y ancho variable. Aparece muy deteriorado siendo su composición a base de guijarros y abundantes cascotes cerámicos (algunos almohades). En la mitad occidental se distinguen varias líneas de huecos destinados en principio a la colocación de las agujas de los cajones.
11. Se emplea una fábrica de ladrillos de un pie tomados con barro y aparejados cuidadosamente en un juego de doble atizonado por cada soga en la misma hilada en los muros de dos pies de espesor y un limpio soga y tizón en los tabiques de un pie.
12. En el lado oriental del patio se definiría una calle de 4 mts de anchura procedente del acceso de la calle Miguel de Mañara.
13. En especial Don Rafael Manzano quien además de embellecer el patio del León ha publicado varias síntesis sobre el alcázar islámico de inestimable valor para los estudios posteriores. Destaca entre los diversos estudios un resumen sobre el alcázar almohade. (MANZANO 1995).