Desgraciadamente estas palabras de Valentín Carderera en junio de 1848, no tuvieron eco y a finales del XIX o principios del XX se produjo una desafortunada intervención que embadurnó todo el conjunto con una estridente decoración. (Foto 2).
La restauración que hemos realizado recupera gran parte de esas policromías dando validez nuevamente, ciento sesenta años después, a las palabras de Carderera cuando se refiere a este artesonado como uno de los más “lindos” del Alcázar.
El Anteoratorio se encuentra situado en el extremo noroccidental del palacio en conexión con la Saleta de la Reina, actual vestíbulo, con el Antecomedor de Gala y con el Oratorio llamado de los Reyes Católicos.
Esta estancia fue construida en el siglo XV con el objeto de ser la Alcoba de la Reina Isabel I, que pasó largas temporadas en el Alcázar durante la conquista de Granada. “En su extremo opuesto al de entrada (vestíbulo) se construiría la alcoba de la Reina cubierta con armadura ochavada y colindante con otra alcoba situada sobre la cámara del techo de los Reyes Católicos”. (Antecomedor de Gala)” 3 (Fig. 1).
La armadura que cubre el Anteoratorio de la Reina tiene forma de artesa de ocho aguas, y tres paños. La incluimos dentro de las armaduras de par y nudillo apeinazada, con limas mohamares y una decoración realizada a base de un trazado de lazo de ocho que rodea a un octógono central con un cubo de mocárabes. El motivo decorativo utilizado en los faldones consiste en alternar rectángulos alargados entre dos calles de estrellas de ocho y lacillos. (Figura 2).
Pocos son los datos y muchas las intervenciones que tenemos sobre esta estancia y su techumbre, que por otro lado ha sido una de las más maltratadas de todo el palacio alto.
Debido a la extensión del análisis nos vamos a limitar a aquellos elementos que consideramos más significativos. En cuanto al análisis patológico mostramos un esquema de los agentes de deterioro que afectan a la armadura.
Antes de comenzar el análisis de los elementos de la armadura debemos realizar una descripción del sistema de apoyo de la misma. Existen tres muros de carga sobre los que apoya la estructura, dos de ellos, M1 y M2, se prolongan sobre la misma formando parte del cerramiento exterior del camaranchón, mientras que el tercero M3, forma parte de las divisiones interiores de las estancias, en concreto de la que separa el Anteoratorio del Antecomedor de Gala, y por lo tanto no precisa tener las mismas dimensiones que los anteriores, quedando en todo momento por debajo de la techumbre. Por último, entre nuestra estancia y la Saleta no hay ningún muro de carga, por lo que las cargas se transmiten a los muros perpendiculares (M1 y M3), a través de una viga.
En la siguiente figura quedan identificados todos los elementos que forman parte del asiento de la armadura: muros (M), cuadrales (C) y estribos (E). Fig.nº5
Además de la descripción de los elementos debemos analizar su estado de conservación, ya que es un factor determinante a la hora de establecer parte de los deterioros sufridos tanto por estribos como por cuadrales.
Comenzaremos diciendo que en una primera mirada a los muros podemos ver numerosas operaciones que han venido a mermar sus características resistentes. De manera reiterada se perforan los muros de la estancia para albergar cualquier tipo de elemento que lo precise. En concreto, la superficie de muro situada entre el plano de asiento de la armadura y el comienzo del arrocabe se encontraba altamente dañada debido a las numerosas operaciones en ella realizadas, bien para albergar elementos constructivos pertenecientes a nuestra armadura, o bien por otras causas actualmente indeterminadas. Descubrimos una gran falta de material, y consecuentemente de resistencia en aquellas zonas destinadas a empotramiento de pechinas o de madera para sujeción del arrocabe. (Foto 3 y 4).
Los estribos de la armadura que descargan sobre los muros de carga, lo hacen de forma directa, por lo tanto carece tanto de solera como de nudillos, ni siquiera existe alguna capa de mortero entre los estribos y el muro que garantice de alguna forma la planeidad del elemento que los recibe.
A. Análisis constructivo:
Al tratarse de una armadura ochavada posee cuadrales sobre los que apoyan los estribos. El cuadral de este tipo de armaduras asume también la función de estribado, cargando los faldones de cada ochava sobre ellos.
Todos ellos se encuentran situados bajo los estribos, sin embargo la descarga de estos en los muros varía debido a la diferente disposición y naturaleza de los elementos portantes.
Aproximadamente los cuadrales tienen una dimensión de 11x13 cm. El resto de las características geométricas estudiadas, nos ofrecen datos orientativos, tanto la longitud como la distancia desde el origen son medidas variables, ya que las deformaciones sufridas por la armadura también han afectado a estos elementos y sus ensambles.
La sección de los elementos es, por lo tanto, igual o superior a la de los estribos con los que se unen (veremos a continuación que los estribos tienen diferentes secciones), y por lo tanto, en los casos en que los apoyos se resuelven sobre los muros de carga, este tratamiento es válido ya que al tener mayor canto, soportan mejor la flexión a la que están sometidos, flexión que en cualquier caso no sufren los estribos. (Foto 5).
En lo que se refiere a las uniones, sólo destacar las que los relacionan con los elementos portantes y que en este caso gozan de una gran heterogeneidad
El cuadral C1 asienta directamente sobre los muros de carga perimetrales M1 y M2 manteniendo ambas cabezas empotradas en los mismos.
El cuadral C2 apoya directamente sobre los muros de carga. Uno de sus extremos se encuentra empotrado en el muro M2, mientras que el otro apoya sobre el M3.
El cuadral C3 tiene apoyado uno de sus extremos en el muro M3 mientras que realiza la descarga del otro extremo mediante un puntal de madera de aproximadamente12x12 cm., que asume la función de pequeño soporte que transmite la carga a la viga inferior.
De la misma manera el C4 realiza su apoyo la viga y M1.
B. Análisis patológico:
Todos los cuadrales se encuentran deteriorados, pero se han localizado zonas en las que este ha sido más acusado. Se ha detectado pudrición generalizada, así como ataque de xilófagos, que en su mayor parte han sido los causantes de la pérdida de material de las vigas, aunque dichas perdidas han afectado fundamentalmente desde la fibra neutra hacia abajo considerando el resto de las vigas sanas a efectos de resistencia. Esto ocurre fundamentalmente en los cuadrales C1 y C2. Se aprecian movimientos del cuadral C1, desplazamientos con respecto a la horizontal que han afectado también a los enlaces del mismo con los pares. Analizaremos este punto junto con los apoyos de los estribos. (Foto 6 y 7).
En el cuadral C2 un factor determinante, para su deformación, ha sido el asiento en el muro. En la zona donde se realiza la unión entre el cuadral y el estribo, el muro de carga está muy deteriorado como confluencia en este punto de la apertura de huecos tanto para el apoyo de las pechinas como para introducción del madero para fijación del arrocabe. Esta falta de este material ha conducido a que el cuadral, buscando el apoyo, se desplace verticalmente hasta 5 cm. El apoyo en el estribo 2 está fijo, no puede ascender porque tanto limas como pares ejercen sobre el elemento esfuerzos contrarios, y de esta manera, buscando el equilibrio, se produce en el cuadral una contraflecha que afecta tanto a los elementos que en él se enlazan como a él mismo en esta unión donde podemos ver como se ha producido la rotura en forma de fenda longitudinal. (Foto 8 y 9).
El cuadral que enlaza los estribos 3 y 4 ha sufrido el deterioro más importante en cuanto a falta de resistencia por pérdida de material producida por la combinación de pudrición y ataque de insectos. Justo sobre este punto de la estancia se localizó una filtración de agua que ha estado afectando a la armadura hasta las últimas operaciones de restauración de los tejados de la estancia, realizadas durante el año 2000. La zona más afectada ha sido la unión con el estribo 3 hasta el centro de la viga. (Foto 10 y 11).
A. Análisis constructivo:
La ubicación de estos elementos queda indicada en la figura 6, junto con el resto de los elementos de la estructura sustentante.
Los estribos del Anteoratorio no tienen unas dimensiones uniformes, éstas varían entre ellos habiéndose tomado medidas de su escuadría con diferencias de hasta 3 cm. entre ellas. De tal manera que obtenemos estribos que oscilan entre 10-11 x 11-13 cm.
Particularmente debemos señalar que el estribo 4 no tiene la sección adecuada para los esfuerzos que soporta. La sección del estribo es menor que la de los cuadrales, y además esta no es uniforme pudiendo detectar una reducción significativa del madero en la unión con el E3. Tal reducción no obedece a pérdidas de sección ya que en este punto la madera se encuentra en buen estado, sino a la propia configuración del material. El hecho de que la sección del estribo sea menor que la del cuadral no es defecto cuando el estribo apoya conforme a lo establecido, sin embargo, al encontrarse sometido a flexión, igual que los cuadrales, deberían tener secciones similares. (Foto 12).
Las uniones con el sistema de apoyo, como ya quedó indicado, se han resuelto mediante distintos procedimientos. Los estribos 1 y 2 se encuentran parcialmente empotrados en los muros de carga, mientras que el 3 apoya directamente sobre el muro de separación entre el anteoratorio y el antecomedor de gala. El estribo 4 carece de muro de apoyo. En esta zona de la armadura, el camaranchón es común a otras dos, las correspondientes a la saleta y antecomedor de gala.
Entre la Saleta y el Anteoratorio no hay muro de carga, el elemento constructivo que separa ambas estancias no es estructural, por lo tanto el estribo que apoya en esta zona, transmite parte de sus cargas a una viga que a su vez descarga en los muros transversales M3 y M1. La transmisión se realiza a través de dos puntales de madera próximos a los que se encuentran bajo los cuadrales y que cumplen la misma función ya descrita en el apartado correspondiente. (Figura 6).
Todos los estribos se encuentran ligeramente desplazados entre ellos, es posible ver el cajeado que se realiza en las uniones a media madera. (Foto 13-14-15-16).
En la unión de los estribos 1 y 2 se aprecia un importante deterioro de los muros de carga. Se eliminan unos 20 cm. del muro nº1 para poder introducir en su interior los maderos del arrocabe. En un principio se puede pensar que el deterioro se debe a las condiciones materiales del soporte, sin embargo se trata de un defecto producido al no ser las dimensiones del arrocabe las adecuadas para la estancia. 18
El estribo 2 está asentado sobre el muro 2, que con posterioridad se ha recrecido y ha cubierto parcialmente parte del estribo quedando el asiento sin ninguna homogeneidad en cuanto al elemento que lo sostiene. (Foto 17).
El estribo 4 no apoya sobre ningún muro de carga, se comporta como una viga que apoya en los muros transversales y en dos puntales de madera, por lo que está sometido a grandes esfuerzos de flexión tanto en el plano vertical como en el horizontal.
Finalmente, en la ochava perteneciente a la unión entre E1, E2 y C1, aparecen una serie de elementos singulares que se encuentran apoyados sobre los estribos. Se trata de unos maderos que a su vez descansan sobre la tablazón del faldón y de los que no conocemos su origen. Parecen ser de una pequeña sobre-estructura que pudo servir como base para el apoyo de una tablazón perimetral que a modo de pasarela facilitase de alguna manera la accesibilidad a la armadura, o una estructura provisional de apoyo de algún material de cobertura, incluso, podríamos llegar a pensar en la posibilidad de que hubieran servido como sistema de apuntalamiento de las ochavas, para contener posibles deformaciones.
Las huellas dejadas sobre el muro 2 en la ochava siguiente (E2, E3 y C2) muestran la existencia de una estructura similar que actualmente no existe. Desconocemos la fecha en que se realizó tal elemento, sin embargo, por los restos de la primera ochava y los efectos producidos sobre la estructura, podemos decir que se coloca prácticamente a la vez que la armadura.
En la (Figura 7) realizamos un levantamiento de ambas estructuras tal y como pensamos que se desarrollaron originalmente.
B. Análisis patológico
En general los estribos del Anteoratorio se encuentran en buen estado de conservación en lo que respecta a capacidad resistente. Los mayores deterioros corresponden a los desplazamientos sufridos por los mismos con respecto al plano de apoyo detectados en las uniones. Todas las uniones entre los estribos se encuentran fuera de sus ensambles con deformaciones de hasta 8 cm. entre ambos elementos. Si se analiza la figura, prácticamente coinciden todas estas deformaciones en una línea, lo que puede indicar que la deformación ha sido debida al intento de encajar la armadura en una planta determinada distinta a la original. 19 (Fotos 13 a 16).
En el estribo E2, se detecta un deterioro muy importante de este último, agravado por distintas operaciones y reformas efectuadas en la armadura. Concretamente en la unión del estribo con el cuadral 2, este se encuentra partido y desplazado hacia el interior del muro, de tal manera que desaparece en su interior tras una actuación en el muro que hoy en día somos incapaces de entender. Como ya dijimos antes que en esta ochava se colocó también una sobre estructura apoyada en los estribos (Figura 7), éstos, simplemente apoyados sobre los muros, sufrieron un importante empuje sobre el plano de asiento que junto con el deterioro del muro bajo la unión con el cuadral y su desplazamiento vertical, ha hecho que en la zona más débil se haya producido la rotura, y esta no es otra que la unión estribo-cuadral. Al romperse el estribo, éste sufre un importante desplazamiento sobre el muro de carga, ya que continúa estando sometido a los esfuerzos de las vigas que erróneamente están descargando sobre él. Hasta aquí todo el proceso tiene una lógica aplastante, sin embargo, es en este punto donde dejamos de poder interpretar los datos como veremos en la intervención en esta zona se consolidó el muro y se colocaron pletinas de acero inoxidable como refuerzo. Evidentemente, según lo expuesto, no se produce unión entre E2 y E3, ya que el primero, en este punto se encuentra desplazado 15 cm.
Del estribo E3 sólo podemos destacar el desplazamiento producido en las uniones con E2 y E4. Las dos se encuentran fuera de sus ensambles tal y como se indica en las fotos 13 y 14.
A. Análisis constructivo
Las pechinas de la armadura del anteoratorio presentan características similares a las del resto de la estructura de la que forman parte. Están formadas por distintos peinazos y elementos de relleno que se unen para configurar un trazado de lacería.
En la (Figura 8) se representa gráficamente una de las pechinas con todos sus componentes decorativos.
Los únicos elementos que tienen medidas dispares son los pertenecientes a la hipotenusa, madero que asienta sobre los muros en el que la zona destinada al apoyo en el muro, presenta medidas que variarán de una ochava a otra.
Estas modificaciones pueden obedecer al proceso de ejecución de estas armaduras, que una vez realizadas en el suelo se levantan y montan por partes, dejando estos elementos en último lugar y por lo tanto, debiendo asumir los posibles errores del encaje sobre los muros de carga.
Las pechinas están formadas en su mayoría por peinazos. Para sujeción de los que forman las estrellas de ocho, ha hecho falta incluir unas pequeñas cuñas en los cuatro ángulos que determinan los peinazos.
Debemos hacer mención al asiento de estos elementos. Todas las pechinas pertenecientes a ochavos delimitados por muros de carga, apoyan simplemente sobre los muros. El mechinal realizado para tal efecto es en todos los casos de dimensiones mayores que la viga asentada, por lo tanto se garantiza cierta ventilación del elemento. El defecto principal se deriva de la colocación de las pechinas en su lugar correspondiente. Se han tomado las medidas de la localización de los huecos advirtiendo que se producen desfases entre ellos en algunos casos de hasta veinte centímetros, medidas estas tomadas desde los ángulos de los muros. (Foto 18). Para poder encajar estos elementos en los huecos preparados para ello, con tales deficiencias, se han tenido que girar buscando el apoyo y rellenar el espacio restante entre el muro y las maderas con tablas de diversas medidas, adecuadas cada una para el espacio a completar. (Figura 9).
Llegados a este punto, nos resulta difícil entender la falta de profesionalidad a la hora de replantear dichos apoyos, y más todavía, si estuviéramos hablando del espacio original destinado a estar cubierto por tal armadura. Por lo tanto, estamos ante uno de los numerosos datos acerca de la reutilización de esta armadura y de que en el momento en que se cubrió la estancia todo se hizo con pobres medios o con rapidez o simplemente con falta de conocimiento a la hora de asentar correctamente todos y cada uno de los elementos pertenecientes a la estructura.
B. Análisis patológico
Los muros de carga están muy deteriorados en las zonas de contacto con las pechinas, de manera que los apoyos de las mismas han sido hasta el momento mínimos. Ha sido necesaria la consolidación y recuperación de la totalidad de los mechinales para poder ofrecer una correcta base para la recepción de estos elementos.
El principal y más visible deterioro de las pechinas es el correspondiente a la pudrición de parte de la estructura de la situada entre los estribos 3 y 4, lugar de estancamiento de las filtraciones de aguas provenientes de la cubierta en este punto. (Foto 19).
A. Análisis constructivo
Cumplimiento de la ley de a calle y a cuerda:
La escuadría medida de alfardas y manguetas es de 8 cm. de grueso por 10 de alto. Es en este punto donde resultan necesarias una serie de aclaraciones con respecto a dichas medidas.
Al tomar las medidas en los paños se incluyó también el cumplimiento de esta regla, midiendo el espacio entre los pares, 17 cm., de forma reiterada. Este aspecto induce a pensar que evidentemente, la regla descrita por López de Arenas se había tenido en cuenta, y que el desfase de 1 cm., viene determinado por la pérdida de sección que se aprecia en la mayoría de los elementos estructurales de la armadura. Por lo tanto hemos considerado que el ancho de la alfarda es de 8.25 cm. No se nos escapa, que difícilmente los carpinteros pudieran trabajar con tanta precisión a la hora de elegir los gruesos de los pares, sin embargo estas medidas se adaptan perfectamente al trazado de la armadura de forma conjunta y a las dimensiones de la sala que debe cubrir. López de Arenas en su libro impreso en 1633 indica las medidas adecuadas de las alfardas según el ancho de la estancia, y para unas dimensiones aproximadas a las del Anteoratorio (entre 4.45 y 5.57) maneja gruesos de 8.4 cm., lo que nos indica que no caminamos muy alejados de sus recomendaciones.
El alto de las alfardas siempre queda determinado en función del ancho. Aplicando el criterio de echar cola del quadrado por el grueso del par para nuestras alfardas de 8 cm obtenemos un alto de 11.3 cm., medidas mayores a los 10 cm. que tenemos.
No obstante preferimos quedarnos con el criterio de Ángel Luis Candelas, quien indica que el alto de las alfardas vendría determinado en cualquier caso por la escuadría de los maderos comerciales, y sobre todo por el criterio del maestro. (Foto 20).
En lo que respecta a las uniones de los pares al estribo, estas se formalizan a patilla y barbilla, realizando el corte perpendicular al plano horizontal. La patilla mide 3.5 cm. y la barbilla 10 cm.
B. Análisis patológico
Debemos hacer mención a los deterioros que afectan a nivel general a todos los pares, y a otro, que se centra en una serie de elementos, de mayor importancia, pero con carácter puntual. (Foto 20).
La práctica totalidad de los pares se encuentran afectados por las consecuencias de la humedad en la armadura, y el deterioro global radica en las pérdidas de material que se han producido en las tablas de las alfardas situadas entre la tablazón interior. Dichas pérdidas han sido provocadas por la acción de xilófagos.
De la misma manera se han localizado desplazamientos de los pares sobre los estribos sobre todo en los que apoyan en el estribo 2. (Figura 11).
A. Análisis constructivo
Al tratarse de una armadura de lima mohamar, cada uno de los faldones posee dos limas como límites laterales del mismo, confluyendo en cada esquina dos pertenecientes a cada faldón contigüo.
Si analizamos los datos referentes a la geometría de los elementos observamos como, siguiendo las indicaciones de López de Arenas, en la formación del campaneo de la lima, con un alto y grueso de lima dado, habría que añadir 2.12 cm en el grueso de la lima para su campana. En nuestro caso solo se añade 1 cm.
Teniendo en cuenta la importancia que se da al campaneo de limas en los tratados, esta diferencia es lo suficiente como para que aparezcan las llamadas arrocobas en costal: “Se abre la calle de limas por arriba y no pueden benir bien las arrocabas” Lo que significa, que las arrocabas quedan rehundidas con respecto al plano de los faldones. No se encuentran en el mismo plano, sino que tienen una inclinación hacia el interior de la calle de limas, tanta como los centímetros o ángulo que falte de campaneo.
Los enlaces entre elementos se realizan conforme a lo establecido por los maestros de manera que, la unión de la lima con el estribo se realiza en patilla y barbilla. Sin embargo, detectamos variaciones que afectan al encuentro entre la lima y el par. Esta se realiza mediante clavazón, pero no se produce directamente al elemento estructural, sino que entre ambos se interpone una cuña de madera perteneciente al plano horizontal. Esto significa que la lima apoya en el almizate y no en el par. (Figura 12).
Queremos destacar la unión elegida en este caso tanto por su singularidad como por su inestabilidad estructural.
B. Análisis patológico
Como consecuencia del erróneo sistema de apoyo elegido, todos los elementos de enlace con los peinazos del almizate se encuentran desplazados o girados con el consecuente movimiento de las limas que se clavan en ellos. Las calles de limas son las que más acusan todos los movimientos de la armadura, a los que hay que añadir los debidos a esta última causa.
A. Análisis constructivo
Geométricamente los peinazos se insertan en el trazado conforme al resto de los elementos y por lo tanto manteniendo la ley de a calle y cuerda.
En el caso de las arrocabas, situadas en el cuarto de limas, sus dimensiones están determinadas por el ancho de las mismas, que según López de Arenas debe de ser de media calle, es decir, en nuestro caso 8.5. La medida de la calle de limas es de 8 cm aproximadamente. Sin embargo, debido a no haber tenido en cuenta el campaneo preciso, ya visto al analizar la geometría de las limas, las arrocabas ligeramente hundidas respecto al plano de los paños inclinados.
Un hecho detectado en las arrocabas, es la utilización generalizada de madera reutilizada, esto lo podemos ver en las acanaladuras realizadas en la tabla que mira al interior del camaranchón, y que indica que se han utilizado materiales procedentes de otras armaduras. Es probable que las deformaciones que sufre la armadura hayan obligado a la sustitución de tales elementos, que en definitiva son los que con más facilidad pueden asumir las posibles modificaciones.
B. Análisis Patológico
Tal vez el defecto más importante se detecta en las uniones de los distintos faldones, donde raramente quedan enlazadas las arrocabas. En la casi totalidad de los encuentros observamos aportes de material, pequeños trozos de madera cortados para cubrir la separación entre los faldones fundamentalmente en los encuentros inferiores. (Foto 22). Todos los movimientos sufridos por la armadura como consecuencia de los desajustes, y deterioros ya analizados, se reflejan de una forma clara en la calle de limas, y más concretamente en las uniones de las arrocabas, que en la actualidad han tenido que ser consolidadas para garantizar la continuidad visual entre los faldones de la armadura. (Foto 23).
La geometría de estos elementos responde a los condicionantes del resto de la estructura, de manera que todos ellos responden a tablas de 8.5 cm de alto y aproximadamente 2-2.5 de grueso, variando la longitud conforme a la tipología de cada uno de ellos y clavados a los elementos soporte.
Las reducidas dimensiones del almizate junto con la apertura en el centro del mismo de un cubo de mocárabes ha hecho que la configuración estructural del elemento sea algo distinta a la de la mayoría de las armaduras.
Tratando de posicionarnos lo más cerca posible de los maestros, diremos que el almizate del anteoratorio está compuesto de nudillos cortos, manguetas y peinazos, ya que no encontramos ningún elemento con la continuidad suficiente para realizar la correcta conexión entre las alfardas de la estructura. (Figura 13).
A. Análisis constructivo
Aunque estos elementos sean de reducidas dimensiones y se encuentren divididos los consideraremos como nudillos, ya que son las piezas que más directamente conducen las cargas del almizate a las alfardas.
Los nudillos se unen a los pares mediante enlace a garganta y quijada, sin embargo el corte dado a la garganta en la alfarda no se corresponde con la cabeza de armadura, es decir, con el ángulo recto con respecto a la alfarda. Todo parece indicar que el ángulo es el necesario para que tanto pares como nudillos y resto de elementos del almizate tuvieran el mismo grueso, en este caso aproximadamente 10 cm. Los cornezuelos de los nudillos son aproximadamente el cuarto del grueso del elemento.
Esta relación se ha repetido en el resto de las armaduras. Todos los elementos tienen el mismo grueso. El ángulo es aproximadamente 70°. A este respecto, remitimos a lo estudiado por Enrique Nuere23 en su libro La carpinteria de armar española: “En la forma de ensamblar pares y nudillos se puede intuir la evolución sufrida por esta unión. En un principio el par y el nudillo tienen la misma sección, y el corte en su ensamble se hace siguiendo la bisectriz de ángulo que forman ambas piezas”. Es una manera, por otro lado, de utilizar maderas de la misma escuadría, y por lo tanto de tener aún más estandarizado el proceso, pudiendo, tal y como así sucede, reutilizar maderas, no importa en que lugar se localicen.
El desarrollo del resto de las uniones y el estado patológico se analizará junto con el resto de los elementos del almizate
A. Análisis constructivo
Hay tres tipo de peinazos: a, b y c, todos ellos situados de forma concéntrica al cubo de mocárabes central, elemento que condiciona estructuralmente el almizate de la armadura del Anteoratorio. (Figura 14).
Si analizamos los enlaces entre nudillos y peinazos, la configuración estructural del almizate, que hace que aparezcan tipologías distintas de peinazos y de nudillos, determina también que cada uno tenga su correspondiente sistema de enlace.
Sólo sabemos con certeza, que los peinazos tipo a se unen a las manguetas mediante clavazón, debido a la reducida superficie de contacto entre ambos. Desconocemos el resto de soluciones utilizadas, sin embargo la presencia de cajas sobre la superficie del grueso de los peinazos, nos induce a pensar que en el resto de los casos se utiliza el enlace genérico de caja y espiga, con los matices que ofrecen las distintas posiciones adoptadas por estos elementos constructivos.
De la misma manera, al estudiar las uniones entre peinazos, se localizan las cajas efectuadas en el grueso de las piezas, y esto, igual que en el caso anterior nos indica el enlace a caja y espiga como solución genérica. En todos los casos, las espigas se adaptan al ángulo en el que se producen los encuentros.
Del análisis global del almizate determinamos que el principal defecto localizado en este plano horizontal, tiene que ver con su configuración estructural y sobre todo en la resolución de los puntos de unión de los distintos elementos.
No hemos encontrado en ningún tratado una solución específica para este tipo de almizates, y en cualquier caso, es lógico, ya que al tratarse de una armadura apeinazada, manda el trazado de lazo elegido en la trama estructural. Sin embargo, un mismo diseño decorativo, se puede resolver mediante distintas soluciones estructurales, de las cuales una de ellas será siempre la más acertada a la hora de soportar y transmitir los esfuerzos generados.
Este caso se produce en la armadura estudiada, que lejos de buscar una lógica transmisión de esfuerzos se resuelve claramente sobre el trazado de lazo decorativo, a nuestro entender, elegido de manera arbitraria o tal vez inmediata siguiendo la rueda de lazo dibujada.
En la armadura del anteoratorio, como ya hemos dicho, no aparecen las maestras, sino que los peinazos centrales se unen entre sí dos a dos, y para descargar en los faldones, en lugar de apoyar directamente sobre los elementos de mayor entidad (peinazos tipo b), lo hacen de forma indirecta hacia los que hemos llamado nudillos cortos tipo B-B’ mediante la confluencia de tres elementos estructurales en un mismo punto.
Cabría destacar que las uniones podrían haberse efectuado a media madera aumentando la resistencia del conjunto, sin embargo esto no sucede. En lugar de elegir piezas únicas, se dividen y enlazan, multitud de pequeñas piezas.
B. Análisis patológico
En primer lugar debemos decir que los elementos pertenecientes al almizate del anteoratorio como tal se encuentran en buen estado de conservación, con independencia de que alguno de ellos haya sufrido alguna perdida de sección por ataque de xilófagos.
El deterioro más importante se traduce en una importante deformación general del mismo manifestada por un lado en una flexión importante apreciable desde el interior de la estancia, y sobre todo, analizando con más detalle cada uno de los elementos estructurales, por las deformaciones que se detectan en las uniones con las alfardas.
El peso introducido por el cubo de mocárabes central no ha sido correctamente transmitido hacia las alfardas, de tal manera que todas las uniones de las manguetas con los pares han sufrido una rotación con respecto a la horizontal, y en algunos de estos puntos se han medido flechas de hasta 2 cm.
La solución estructural adoptada con la división múltiple de piezas favorece en cualquier caso las deformaciones que se van sumando en cada encuentro. (Foto 24-25- 26). (Figura 15).
Un hecho que agrava estas deformaciones es el que los peinazos tipo a tengan clavados uno de sus extremos en el lateral de las manguetas. Se comprueba que todos estos elementos (peinazos) están inclinados hacia la dirección en donde se produce el apoyo, ya que las manguetas por este hecho también se han deformado.
La policromía y el dorado aunque en menor grado que la madera también se ven afectados por las condiciones ambientales, pero sobre todo son un factor de deterioro las sucesivas reparaciones-redecoraciones que se han superpuesto sobre los originales. (Foto nº52). En ocasiones estas actuaciones se han producido por el estado de deterioro en que se encontraban, pero en otras muchas es el gusto estético del momento el que provoca que se eliminen o simplemente se oculten las decoraciones bajo estratos más modernos. En esta pieza tenemos un ejemplo claro de cómo una inscripción árabe, en unas condiciones bastante aceptables se oculta bajo otra decoración vegetal con emblemas heráldicos castellanos. (Foto 53).
El deterioro siempre se produce de forma mas violenta, cuantos más estratos pictóricos se superponen, puesto que a los avatares de la historia material, con filtraciones, ataque de xilófagos etc., hay que añadir el grosor de estas capas y que cada una de ellas responde de distinta manera a las tensiones producidas por los movimientos del soporte y a los suyos propios al ser cubiertas por un nuevo estrato, todo ello provoca un daño generalizado en todas las capas de policromía, con levantamiento de ampollas y cazoletas y el consiguiente desprendimiento de muchas de las zonas afectadas, produciéndose graves pérdidas de policromía. (Foto 54). En resumen podríamos decir que la combinación de dos o tres factores de los que nombramos a continuación son los que han influido en el mal estado de la policromía:
–Movimientos de contracción y dilatación del soporte.
–Oscilaciones de la temperatura.
–Estructuración técnica incorrecta de las capas
–Fragilidad de las distintas capas o de sus aglutinantes en el contexto del envejecimiento.
–Reducción de la eficacia de un aglutinante, posiblemente debido a la acción de microorganismos.
–Tratamiento incorrecto.
–Influencias mecánicas.
El dorado, en concreto el realizado al agua, no debió aparecer en esta armadura hasta el siglo XVI, como en el resto de las que se han intervenido hasta ahora en el Palacio Alto, en concreto en los sinos y en las piezas geométricas de cuatro puntas que rodean al cubo de mocárabes, en las que solo quedan pequeños restos en una de ellas.
Nos encontramos con tres técnicas de dorado utilizadas: el dorado al agua, el dorado al mixtión o con mordiente y el dorado con oro musivo también llamado purpurina28.
La primera ellas coincide con piezas “retocadas” o realizadas en las intervenciones del XVI, la segunda parece coincidir con las intervenciones que se produjeron a mitad del XIX y la tercera debe corresponder a algún retoque de mediados del XX, puesto que es a partir de entonces cuando surge.
El estado de conservación es muy deficiente en prácticamente todos los estratos y las características de su deterioro son muy similares a las de la policromía, con cazoletas ampollas y desprendimientos. A estos hay que añadir las oxidaciones del oro musivo que suelen coincidir con los sinos.29
Para lograr la efectividad del tratamiento fue necesario desmontarlo en lo posible dentro de lo sensato. En este caso se quitaron todos los elementos exceptuando el esqueleto de la armadura, es decir los pares y peinazos que forman los faldones y el almizate, los taujeles que se encontraban en buen estado y no nos estorbaban para sustituir algún elemento deteriorado y el alicer más próximo al suelo, ya que aunque su estado era muy deficiente el desmontaje le hubiese ocasionado aún más daño.
La limpieza de un artesonado es un término muy amplio que engloba varias actuaciones por ello nosotros hemos dividido esta actuación en tres fases:
La paleta utilizada fue:
La fijación del estrato de policromía que realmente nos interesaba conservar, se fijó con espátula caliente. Esta se realizó una vez eliminados los dos estratos superiores que hasta ahora habían contenido los desprendimientos y malas adherencias del estrato a recuperar. (Foto nº57).
Limpios el anverso y el reverso y fijada la policromía, se procedió a la desinsectación-desinfección de aquellos elementos que no necesitaban consolidación, con un tratamiento por impregnación a base de permetrina y piperonylbutoxido30, el resto de las piezas se trataron combinando la desinsectación con la consolidación química. (Foto nº58).
La consolidación química consiste en el tratamiento destinado a devolver la cohesión o consistencia de aquellos elementos que componen la armadura, afectados por la destrucción de alteraciones químicas producidas por los hongos y las inestabilidades originadas por las galerías de los insectos31. Cuando esta ya no es efectiva porque el deterioro de la pieza es irrecuperable e incluso se han producido graves perdidas de material lignario, pasamos a la consolidación estructural del soporte que realizamos mediante injertos, reposiciones con pasta de madera, camas de serrín con listoncillos de pino, etc., y por último y más importante tenemos la consolidación estructural, porque de una buena actuación en este apartado depende la conservación de todo el conjunto. Intervenimos sobre aquellos componentes degradados de la estructura sustentante, saneamiento de los anclajes, los muros de apoyo, etc. (Foto nº59). Los elementos intervenidos en esta han sido:
Mostramos un pequeño esquema (nº2) de la intervención respecto a la reintegración, que resume la intervención sobre esta armadura, pero valdría para cualquiera de las intervenidas hasta el momento.
Durante el montaje, en ningún momento se recuperaron descuadres porque en su mayoría eran originales en el montaje o “traslado” de esta armadura. Sí se sustituyeron en su mayoría por encontrarse en un estado pésimo todos los palos que arriostraban los paños inclinados por el reverso.