Apuntes del Alcázar de Sevilla. Nº 16, 2015 - page 125

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Figura 9c.
Plano de los jardines del Alcázar
de José Gómez Millán, 1916.
Ya se habían transformado las
huertas en jardines
Figura 9d.
Plano de los «Jardines Antiguos»
del Alcázar de Gromort, con una
sección muy interesante de la
Galería del Grutesco a la altura del
paseo cubierto
2. ANÁLISIS PREVIO A LA
INTERVENCIÓN
Cuando el Patronato del Real Alcázar formaliza
con nosotros el encargo de actuación en la Ga-
lería del Grutesco se estaba pensando exclusiva-
mente en una
intervención de carácter estruc-
tural
que permitiera solventar las patologías que
presentaba el forjado. Aquellas vigas metálicas
dispuestas a principios del siglo XX que fueron
localmente sustituidas en 1991 presentaban un
elevado grado de oxidación y habían provocado
la clausura de parte de la galería cubierta a causa
de los desprendimientos. Más concretamente,
se encontraba cerrado al público el segundo tra-
mo, el que discurre desde el cambio de dirección
hasta el remate sur. Así, si las manchas de hu-
medad ya eran muy acusadas en techo y paredes
del tramo de galería cubierta todavía abierta al
público, en el tramo clausurado la hinchazón del
metal había producido la rotura de enfoscados
y ladrillos, provocando desplomes y un elevado
riesgo para la seguridad de las personas y del
propio monumento.
Por su parte, la azotea —el paseo descubierto de
Vermondo Resta—, cerrada al público desde al-
gún momento indeterminado del siglo XX, esta-
ba funcionando a modo de «gran canalización»,
ya que eran conducidas por la cara interior de
sus pretiles multitud de instalaciones desde los
jardines hasta las proximidades de la Puerta de
Marchena y el Mirador norte del Estanque de
Mercurio. La reciente colocación sobrepuesta de
la solería de baldosín cerámico había rebajado la
altura de dichos pretiles a una altura media de
60 cm, provocando cierta sensación de insegu-
ridad a la hora de transitar por la cubierta. Ese
recrecido había inducido además a tener que
forzar la embocadura de las gárgolas que eva-
cuaban el agua de lluvia de la azotea, todas ellas
dirigidas hacia los Jardines del Retiro, es decir,
hacia la cara de la muralla que Resta no diseñó
como fachada a los jardines. Eran muy visibles
en esas embocaduras entre cada una de las gár-
golas y la azotea los restos de suciedad acumula-
dos. Ello había derivado en una evacuación del
agua poco adecuada. De hecho, analizando las
grandes manchas de humedad de las paredes del
nivel inferior, se observó que su posición solía
ser coincidente con la de las gárgolas del nivel
superior.
Los dos miradores o castilletes que rematan el
Estanque de Mercurio y la Puerta del Privilegio
también presentaban importantes problemas de
filtraciones, debidos probablemente de nuevo al
mal estado en que se encontraban las gárgolas
de evacuación de sus respectivas cubiertas —fi-
gura 10—.
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