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a la ciudad. Dicha visita nunca llegaría a realizarse,
pero el solo anuncio de su venida y los preparativos
que ello supuso propiciaron una de las épocas de
transformaciónmás trascendentes para el Alcázar:
«…el mandato de Felipe III coincide prác-
ticamente con la larga maestría mayor, de
1603 a 1625, del arquitecto milanés Vermon-
do Resta, cuya influencia aún marca cada
rincón del palacio. A ello habría que añadir
que la Alcaidía del Alcázar recayó sucesiva-
mente en Don Enrique de Guzmán, conde
de Olivares, y en su hijo Gaspar, el célebre
conde-duque, personajes ambos poseídos
por la pasión constructora»
3
.
Vermondo Resta
Nació en Italia alrededor de 1555 y llegó a Sevilla
probablemente en las últimas décadas del siglo
XVI. Hacia 1585 fue nombrado maestro mayor
de obras del Arzobispado de Sevilla, y en 1603,
a la muerte de Lorenzo de Oviedo, su antecesor
en el cargo maestro, mayor del Alcázar. Está do-
cumentado sin embargo que ya había desarrolla-
do labores como tal en años anteriores, quizá en
sustitución de un Lorenzo de Oviedo debilitado
por la edad
4
.
Como maestro mayor del Arzobispado se hizo
cargo de numerosas iglesias. Entre otras, está
relacionado con las portadas de la iglesia de Ga-
laroza, las sacristías de la Iglesia de San Pedro
de Sevilla y de Santa María de Zufre, y distintas
obras en las iglesias de Aroche, Cortegana y Ara-
cena. Uno de sus trabajos destacados es la iglesia
y algunas de las salas del Convento de San José.
Cabe reseñar asimismo la colegiata de Olivares,
así como su más que probable intervención en la
reforma del Palacio Arzobispal de Sevilla, donde
se le atribuyen los dos patios y las salas conti-
guas, para cuyos alzados recurrió a composicio-
nes basadas en Vignola
5
.
