Apuntes del Alcázar de Sevilla. Nº 16, 2015 - page 227

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Fig. 6-a.
Dormitorio de los Reyes
moros. Real Alcázar. Foto: Ana
Pleguezuelo.
Fig. 6-b.
Patio de las Doncellas. Real
Alcázar. Foto: Ana Pleguezuelo.
obviamente, a atribuir a ambos procedimientos
cronologías diferentes
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. Ello ha permitido iden-
tificar las restauraciones o fabricaciones de los
siglos XIX y XX que, por otro lado, han podido
ser genéricamente documentadas por bibliogra-
fía y confirmadas por otros aspectos que serán
tratados más adelante.
La forma geométrica de los aliceres es obtenida
en cada momento histórico con la ayuda de las
técnicas que el artesano tiene a su alcance por
lo que el nivel de precisión del instrumento de
corte puede ofrecer resultados muy diferentes
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.
Los cortes manuales realizados durante la Edad
Media produjeron obras de una sorprendente
precisión pero nunca de la exactitud milimétrica
que permite la maquinaria industrial contempo-
ránea. Por tanto, ha sido posible diferenciar los
zócalos ejecutados con cortes tradicionales de
aquellos realizados por procedimientos indus-
triales. (Fig. 5)
En su perfil más exterior, los aliceres de todo
alicatado deben ajustarse con los contiguos de
forma precisa pero sus cantos interiores deben,
por el contrario, quedar separados para permi-
tir que entre ellos se aloje la lechada de mortero
fino —vertida siempre sobre su reverso— que
sirve de elemento de unión entre los mismos.
La superficie inclinada de tales cantos puede
lograrse por medio de moldes o de cortes me-
cánicos pero el procedimiento tradicional im-
plicaba hacerlo a golpes de picola, logrando no
sólo la buscada inclinación sino una superficie
abrupta que favorecía la adherencia del morte-
ro. En estos casos la operación realizada por el
alarife se conoce como «escafilado». Lamenta-
blemente, este rasgo, al igual que el grosor de
las piezas, ambos esenciales para que podamos
determinar la pertenencia de un alicer a uno u
otro grupo de los que forman el revestimien-
to, sólo puede identificarse cuando el zócalo es
desmontado aunque a veces puede ser aprecia-
do parcialmente si alguna pieza se ha despren-
dido y permite ser examinada o hacerlo con las
contiguas.
3.2.2. Aliceres moldeados
Además del mencionado método tradicional de
corte y escafilado con picola, nos encontramos
con otro procedimiento que da a los aliceres su
forma definitiva con la ayuda de moldes de yeso
cuando la pasta aún está fresca. Los aliceres re-
sultantes, después de ser bizcochados en una
primera cocción son bañados en su cara exterior
con el vidriado y sometidos a una segunda coc-
ción. En ésta, el vidriado alcanza un estado de
fusión semilíquida, se expande y tiende a ganar
grosor en los bordes del elemento, hecho que se
percibe a simple vista en la pieza cocida y con
especial claridad si aplicamos una iluminación
rasante. Esta diferente forma de fabricación au-
mentaba el trabajo del ceramista y disminuía el
del alarife (Fig. 6 a y 6 b).
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